El vate Chicharrita cantó el comer y beber vernáculo: ”Yo estoy triste, estoy triste, como un hongo!/proclamaré el prestigio del mondongo:/en vez de manzanilla, ¡venga caña!/Hay que tener el coche de Morrongo/con emoción romántica y huraña,/y, aunque dicen que el tonto amarra el bongo,/ir a olvidar las penas infinitas,/este vivir de perro,/!con unas dulces caraotas fritas,/una morcilla, un hígado y un berro!”. De la mano del historiador Ramón Querales, Juan Alonso Molina ordena buena parte de la obra de Rafael Michelena Fortoul, el vate Chicharrita, para el investigador, el primer cronista gastronómico de Venezuela.

Nacido en 1897 en Duaca y muerto en Los Teques en 1933, el trovador y bohemio fue cofrade, entre otros, de Leoncio Martínez “Leo” y de Francisco Pimentel “Job Pim”, creadores de Fantoches, donde publicaba y formaba parte de su redacción. Colaborador en otras publicaciones de la época, al comienzo con el seudónimo Fray Momo, luego se le conoció como Chicharrita.

Culinaria Sentimental (Fondo Editorial del Caribe, 2013) es un aporte a la bibliografía gastronómica en Venezuela: seleccionar, desde la investigación hemerográfica, textos  publicados entre 1919 y 1933 (117 poemas) que dibujan modos y formas, costumbres, afanes coquinarios, tradiciones e ingredientes a la hora de saber y entender qué se comía y bebía en un país pronto a vivir una brutal transformación cultural merced al auge petrolero, no es poca cosa. El vate lee en su prosa “aquella Venezuela rural y analfabeta, de regiones mal comunicadas entre sí, harto escasa de ingresos fiscales y políticamente inhibida por la ya larga imposición de una férrea dictadura, no podía ser precisamente una “meca” para el ejercicio de la reflexión gastronómica en el sentido conocido de interés por los productos exóticos, la comida servida en los restaurantes de lujo y la personalidad y logros culinarios de sus chefs”. Lectura recomendable.


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