Anthony Bourdain decidió largarse de ese mundo. Posiblemente con toda razón. Poeta valiente, como los verdaderos poetas, lo dio todo hasta perder el sentido. Albert Camus, si vale recordarlo, creía que el gran asunto de la filosofía era el suicidio.

Releo Confesiones de un chef: “Os quiero hablar de las oscuras y recónditas entrañas del restaurante. De una subcultura cuyos siglos de jerarquía militarista, entresijos, granujerías y vejaciones consiguen hacer una mezcla de orden inquebrantable y caos que destroza los nervios. Ser jefe de una cocina es mandar la tripulación de un barco pirata”. Este primer libro de Bourdain, que lo dio a conocer al mundo entero como ese crítico y comunicador irreverente que supo ser hasta el final, narra la experiencia humana del restaurante y debería ser lectura obligada en todas las escuelas de cocina. No deja de ser sospechosa esa tendencia fashion que ha adquirido hoy la cocina en el mundo. Multitudes de jóvenes sin rumbo hacen fila para iniciarse en uno de los oficios más duros que existe. Si supieran lo que les espera, ni pensarían esa posibilidad. Porque a decir verdad, los restaurantes y cocineros de tener en cuenta, unos mejores, otros peores, son apenas muestra de una restauración de cierta calidad, últimamente apuntalada gracias a la atención mediática, esa que no produce aún crítica seria sobre esas experiencias. Las reseñas casi siempre ensalzan, no ahondan, mucho menos critican. “Ser chef”, ese sueño que nuestros desprevenidos aprendices ilusionan ingenuamente cuando ven elgourmet.com o Fox Live, tiene un largo y cruel recorrido. Encarnar ese personaje de Bourdain “que se pavonea por allí con chaquetilla de chef adjudicándose el trabajo duro de los demás”, no debería ser precisamente un modelo a seguir. La única escuela posible para llegar a la honestidad de la buena cocina es el trabajo de todos los días. Humildemente y sin soberbia. Los buenos cocineros no nacen, se hacen. Cocinar es un acto de amor. Buen viaje, Mr. Anthony y ¡salud!


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!