¡Éramos muchos y parió la abuela!Ese debe ser un poco el sentimiento que agobia al Gobierno esta semana. Los eventos en Haití y la Fiscalía de Nueva York llegan días después de la terrible noticia que la brecha en la intensión de voto favorable a la oposición en las elecciones parlamentarias se ubica en 30%; y el discurso en Ginebra, para asumir la silla de Venezuela en el Consejo de los DDHH, ocurre con el preámbulo de la carta que suscribe el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, cuestionando en profundidad no sólo las garantías electorales ofrecidas por el CNE, sino el desempeño antidemocrático del gobierno.¿Y la economía? Empeora sin que nadie le otorgue credibilidad a las excusas o ataques que intentan responsabilizar al sector privado, más recientemente a las Empresas Polar. Y es sencillo entender porque nadie les cree el cuento. El país ha visto que las expropiaciones culminan en cierre de empresas y pérdida de puestos de trabajos, así como en escasez de productos nacionales; y el ciudadano sabe que todo es importado, salvo lo que todavía producen esas empresas a las que se quiere culpar de la crisis.Pero abordemos dos temas y su impacto en el contexto electoral del país. Primero: la carta de Almagro, por un lado, y el «narco-affaire» que ahora se ventila judicialmente en Nueva York. Luego el tema de las encuestas y lo que estas anticipan el 6 de Diciembre.El secretario general de la OEA es un hombre de izquierda y seguramente desarrolló una estrecha relación con Nicolás Maduro, pues les tocó a ambos ser Cancilleres de dos gobiernos más que aliados, eran de amigos, Pepe Mujica y Hugo Chávez. Lo que dice la carta del Secretario General estaba dicho por muchas voces, pero nunca por la OEA y menos por alguien con el «gravitas» que tiene Almagro en ese espacio político donde el Chavismo había encontrado neutralidad o apoyo en América Latina. Almagro por su parte está dando un primer paso en la reivindicación del cargo que ejerce, devaluado por Insulza todos estos años; mostrando que si se puede imponer una agenda desde esa posición y que en ella no se está a merced de lo que digan los gobiernos de los estados miembros.En síntesis la carta de Almagro le sube muchísimo el costo político al gobierno en su decisión inexplicable de evitar toda forma institucional de observación electoral por parte de la OEA. Y es difícil de entender semejante absurdo estratégico por parte del gobierno, porque con lo que arrojan las encuestas, el ventajismo y el fraude puntual por circuitos no da para evitar un posible triunfo opositor en las elecciones parlamentarias; entonces para que además pagar ese inmenso costo político internacional y perder por partida doble. Mejor hubiese sido perder las elecciones con observación, al fin y al cabo lo primero parece inevitable, lo segundo les habría permitido mayor margen de maniobra política internacional de cara a la crisis de imagen que tiene el gobierno por falta de desempeño democrático.Pero por si eso fuera poco, en el plano internacional, la carta de Almagro coincide con este «narco-affaire». Entonces ahora el gobierno (u otros en el régimen) tienen que decidir si toman distancia de los acontecimientos (e incluso promueven investigaciones también en el país); o si no pueden o quieren hacerlo o permitirlo, entonces se hace realmente difícil que cualquier líder latinoamericano, incluso los mismos Cubanos, puedan hacer algo por Maduro, el régimen y su suerte.Y en segundo lugar, y para concluir, están las encuestas. La tendencia es de creciente deterioro en el nivel de apoyo al gobierno (ya bastante menos del 20%) y este descontento incide en la intensión de voto a favor de la oposición, sin que parezca viable para el gobierno capitalizar promoviendo la abstención, pues la gente parece dispuesta a votar y castigar con su voto al gobierno.Pero significa este retrato de las encuestas que el trabajo está hecho. No, nunca lo está hasta que se entra en el terreno de la movilización electoral y la defensa del voto, y en este escenario como hemos dicho en otras oportunidades, no viendo esta como una contienda electoral nacional sino como 87 elecciones por circuitos, algunos donde la oposición no tiene músculo organizativo partidista; o donde el gobierno tiene capacidad de actuación en la oscuridad particularmente si hay abstención o baja participación. Y allí radica uno de los retos más importantes que tiene el ciudadano en este momento. El de organizarse para apoyar decididamente en ese trabajo a los partidos que integran la Mesa de Unidad Democrática. No puede cualquier ciudadano consciente dejar o delegar este trabajo en manos de otro, ni en los políticos o los partidos. Es la hora de la sociedad civil y el pueblo organizado en acción electoral, y los partidos tienen que ofrecer para ello herramientas de trabajo. Allí radica una de las claves del 6 de Diciembre, al margen de lo que digan las encuestas.Por lo pronto; ¡qué semana tan acontecida ha sido ésta! Y al mirar los acontecimientos en desarrollo se visualiza lo cerca que estamos de testimoniar una derrota electoral del gobierno; pero lo difícil del problema en que está metido el país, porque este régimen, además de los problemas sociales y económicos que se padecen, tiene una convivencia terrible con el crimen organizado que ha crecido al amparo de la impunidad.Nos leemos por Twitter @lecumberry.


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