WEIL
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Contrariamente a lo que ocurrió en visitas anteriores, el ascensor funciona. “Se la pasa dañado”, dice Gerry Weil poco después de abrir la puerta del edificio. El pianista de 78 años de edad está sonriente y rozagante. En el estrecho elevador habla sobre las cosas que ha extrañado. Necesita trabajar sus músculos, por lo que espera retomar pronto el karate, específicamente el kata.

Han pasado poco más de dos meses desde que se sometió a una delicada operación. “No solo fue el tumor en el colon, que no era maligno, sino también dos hernias”, cuenta sin pesadumbre antes de referir todos los planes que tiene en mente. Aprovecha para agradecer a los que colaboraron con los recursos necesarios.

Esta noche es el protagonista de Reencuentro, como tituló el concierto que ofrecerá en el Centro Cultural BOD. Ahí, además suites y piezas de los últimos 40 años, estrenará 2 temas que surgieron durante su reposo. Uno se titula como el espectáculo y el otro “Kiuba”. “Además, interpretaré obras de Bach con percusión. Él fue el primer jazzista, dio las bases para muchas cosas”, dice sobre el show que prepara junto con Carlos “Nene” Quintero. Inicialmente lo acompañaría el beatboxer Jhoabeat, pero la fecha coincidió con unas presentaciones en Europa y el músico no desaprovechó la oportunidad. “No le voy a pedir que se aguante nada más por una presentación”, afirma el pianista.

Sigue con las clases, pero el compositor prevé también enseñar online, para que desde cualquier parte del mundo se sumen alumnos. Como un Open English, pero musical con Gerry Weil. “Ya tengo la Macintosh para eso”.

Además, su hijo y manager, Gerhard Weil, prepara una gira por Estados Unidos y Europa para 2018, que incluye a su Austria natal. “Tengo más de 50 años sin ir”, revela. En todos esos lugares hay músicos que han sido sus alumnos.

Esos son algunos de los planes. “Sigo adelante como hace el elefante. No me gusta decir el toro, pues siempre sale de la corrida muy aporreado”, expresa y se ríe.

“Hay un proverbio chino que dice que no se puede evitar que las aves de la desesperanza vuelen sobre uno, pero sí que hagan un nido en nosotros. El hombre busca ser feliz y la felicidad garantizada viene a través de la contemplación del arte. El arte invisible de la música es garantía de felicidad. Por eso, los invito esta noche a un ritual de amor y esperanza”.


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