Tiene razón Dave Grohl cuando dice que el nuevo álbum de Foo Fighters, Concrete and Gold, suena como el Sgt. Pepper’s de The Beatles pero interpretado por Motörhead. Esta novena entrega de la banda de Seattle es un inusual matrimonio entre el frenesí del rock extremo y la delicada elegancia del pop.

Concrete and Gold es el resultado de un arriesgado experimento que involucró en su proceso al productor musical Greg Kurstin, un fanático del jazz que no suele trabajar con grupos de rock sino con artistas como Adele, Sia y Britney Spears. Pero al final, cuando estuvo terminado el disco, incluso Grohl quedó sorprendido al darse cuenta de que al contrario de lo que se temía, esta producción acabó teniendo un sonido mucho más fuerte y pesado que el de todos sus álbumes anteriores.

¿Cómo describiría el movimiento que tiene este álbum entre la fuerza del rock y la sensibilidad del pop?

—Bueno, en cuanto al sonido este álbum es mucho más grande que cualquier otra cosa que hayamos hecho antes. Queríamos que sonara más fuerte y que las melodías fueran más ricas y hermosas. Casi todas las veces que entramos en el estudio a componer un disco nos decimos a nosotros mismos: “Ok, no nos volvamos muy locos porque luego tendremos que tocar estas mismas canciones en vivo, así que mejor tratemos de mantenernos dentro de lo que es Foo Fighters”. Pero esta vez ocurrió todo lo contrario: cuando empezamos a pensar cómo sería Concrete and Gold, dijimos: “¿Sabes qué? Al carajo, ¡vamos a volvernos jodidamente locos!”. Cuando escucho este álbum y lo comparo con todos los anteriores, siento que suena 10 veces más fuerte, y esa era la idea.

¿Cómo fue trabajar con Greg Kurstin como productor de Concrete and Gold?

—Greg es un músico tan consumado que su conocimiento y su sentido de los arreglos, la melodía, la armonía, la modulación y la composición son superiores a los de cualquier otra persona con la que hayamos trabajado. Ante todo, él es un músico de jazz. Sé que es un gran productor de pop, pero su corazón está en el jazz.

¿Es cierto que se le ocurrió contactar a Kurstin después de que escuchó una canción de su banda The Bird and The Bee?

—Ja, ja, ja, sí. Un día iba en mi carro y en la radio sonó una canción de esta banda que combina música electrónica con sonidos dreamy, jazz y pop. La canción se llama “Again and Again” y me pareció que su composición era demasiado compleja, pero su melodía era muy simple. Era casi como “The Girl From Ipanema”, de Frank Sinatra, pero versionada por The Beach Boys. ¡Una verdadera locura! Compré el álbum, fui a casa y me obsesioné escuchándolo. Tres meses más tarde estaba en un restaurante en Hawai y ahí vi a Greg. Me acerqué hasta su mesa, me presenté y le dije: “Soy un gran admirador de tu trabajo, tu álbum es genial y tú eres un maldito genio. ¿Qué hay de nuevo con tu banda?”. Y él contestó: “Bueno, vamos a lanzar otro disco, pero primero debo terminar de producir algunas cosas para Sia, Adele, Beyoncé y Tank”. Yo solo lo miré asombrado y pensé: “Oh, Dios mío”.

¿Qué puede decir sobre las colaboraciones que están presentes en este álbum?

—Tenemos un estudio en el que hemos trabajado por 10 años. Allí somos los reyes del aislamiento: nadie más entra, solo nosotros. Pero esta fue la primera vez que tuvimos a varios artistas grabando sus álbumes en las diferentes salas del estudio. Una semana estuvo Lady Gaga, después apareció Justin Timberlake y luego el tipo de Deep Purple. Cada semana había alguien distinto. Entonces lo que hacíamos era ir al estacionamiento, fumar algunos cigarrillos, beber whisky y esperar a que alguno pasara para preguntarle: “¿Quieres formar parte de nuestro disco?”. Así es como Alison Mosshart de The Kills canta un par de canciones. También están Inara George, vocalista de The Bird and The Bee; Shawn Stockman de Boyz II Men… y muchos otros. Hay músicos que nunca imaginarías ver en un álbum de Foo Fighters, pero ahí están y convierten todo esto en un misterio, en un rompecabezas muy difícil de armar.

¿Cómo surgió “Run”? 

—Habíamos grabado la canción y teníamos claro que iba a ser el primer sencillo del álbum y que debíamos hacer un video para ello. Entonces Taylor, nuestro baterista, dijo: “Somos tan jodidamente viejos y feos ahora… Ya no somos los tipos guapos que solían aparecer en los discos de Foo Fighters”. Así que pensamos llevar la idea más allá y mostrarnos muy viejos en el video. Luego empezamos a reírnos de eso y dijimos: “Sí, deberíamos jugar en un asilo de ancianos y simplemente hacer que todos bailen y golpeen la mierda de todo el mundo”. Sería hilarante. Escribí la canción que trata sobre huir de las cosas que nos mantienen encadenados, sobre la opresión de ser encarcelado o la sensación de que estás siendo controlado por alguien o algo que no quieres ser. Se trata de correr por tu vida y encontrar un lugar en el que puedas sentirte realmente libre.

¿Qué significó la muerte de Chris Cornell y de Chester Bennington?

—Perder músicos siempre es difícil para el mundo. Chris Cornell escribió tantas canciones hermosas que atrapan a la gente en momentos difíciles… Y Chester hizo lo mismo. Pero perder a un amigo es aún más difícil y desgarrador que cualquier canción. Conocí a Chris durante muchos años y siempre fue una persona generosa, amable y sensible, así que me rompió el corazón enterarme de su muerte. Solo pensaba en cuánto me gustaría que todos sobrevivieran. Todos estos músicos que le aportan tanto a la vida. Quisiera verlos a todos vivir para siempre. Hablo personalmente, no puedo hablar por nadie más. No puedo hablar de la complejidad de la vida de nadie, pero en mi opinión creo que vale la pena seguir luchando por la vida. Me despierto todos los días pensando: “¿Cómo voy a hacerlo hoy?”. Es un desafío y lo intento y es difícil, pero vale la pena. Nadie se imagina el dolor y la tristeza que he sentido por la muerte de estos grandes artistas.


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