Los altos índices de violencia en Río de Janeiro denunciados por una de las escuelas que desfiló en el sambódromo este año empañaron el Carnaval que terminó con registros de tiroteos, saqueos y asaltos múltiples.

En medio de críticas por el aumento de la violencia, la Policía Militarizada reforzó el martes sus efectivos, pero no fue suficiente para evitar nuevos asaltos en las comparsas callejeras, incluso algunos cometidos por grupos de jóvenes disfrazados que tuvieron entre sus víctimas también a turistas extranjeros.

Los nuevos episodios de violencia se registraron poco después de que, en la madrugada del martes, Beija-Flor, una de las escuelas del Grupo Especial de Río abordara en su desfile los diferentes males que aquejan a Brasil, desde la corrupción, la intolerancia y la violencia.

Beija-Flor reprodujo en su desfile escenas de niños tiroteados en las escuelas públicas, menores víctimas de balas perdidas en sus ataúdes, padres cargando los cuerpos de sus hijos heridos y jóvenes apuntando a sus víctimas en la cabeza con armas.

En sus informativos sobre la violencia en Río durante el Carnaval, los canales de televisión destacaron principalmente la ausencia de las principales autoridades en la ciudad durante su mayor evento.


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