Un poderoso terremoto de 7,2 grados de magnitud se produjo cerca de las remotas islas Kermadec, al noreste de Nueva Zelanda, desencadenando brevemente una alerta de tsunami.

Tras pronosticar inicialmente que el sismo provocaría corrientes fuertes y peligrosas que representan «una amenaza para las actividades en las playas, los puertos y estuarios, y para la navegación de pequeñas embarcaciones», la organización de Defensa Civil retiró la alerta unos minutos después.

El Instituto Geológico Estadounidense, que inicialmente atribuyó al terremoto una magnitud de 7,4 que luego rebajó a 7,2- anunció que el epicentro del sismo se localizó a 34 kilómetros de profundidad y a unos 928 kilómetros al nordeste de la ciudad neozelandesa de Tauranga.

Los efectos pudieron sentirse en varias islas del Pacífico Sur, como Samoa, Cook y Fiyi.

El domingo por la noche se produjo una fuerte réplica de 6,3 grados de magnitud, pero no se emitió ninguna alerta de tsunami.


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