Laurence Debray contó en su libro Hija de Revolucionarios, cómo fue la vida con su padre y su madre, fieles soportes de los movimientos socialistas en Latinoamérica, contra quienes se reveló desde temprana edad. 

«Yo buscaba pertenecer a algo, una identidad, y ser como mis abuelos. Supe bastante rápido, extrañamente, que no sería como mis padres. Desde siempre me parecieron como extraterrestres. No sé a qué se debe” dijo la autora francesa en una publicación que fue traducida al español luego de su éxito en Francia, su país natal, informó el diario español El País

Debray es hija de uno de los pensadores socialistas franceses más influyentes de los años 60 y fiel amigo de Ernesto «Ché» Guevara, Régis Debray, y de una antropóloga venezolana que luchó, junto a su esposo, por los ideales marxistas, Elizabeth Burgos. Ambos lideraron y lucharon para que la revolución cubana llegara a Bolivia. 

Luego de cuatro años de cárcel en el país boliviano y una diferencia en los ideales del gobierno francés, los padres de Laurence se alejaron de estas corrientes políticas. 

La autora francesa expuso sus vivencias junto a sus padres, de quienes se reveló a la corta edad de 10 años. Aseveró que no una expresión de amor ni de odio a sus padres, sino una conciliación luego de todas sus vivencias y sus diferencias. 

Una de los recuerdos más solemnes de Debray en su infancia fue su admiración por el rey Juan Carlos I, de quien redactó una biografía y le ha valido su reconocimiento como escritora. En su niñez, colocó un afiche del rey, pero al ser visto por su padre, fue sustituido por el presidente francés con tendencias socialistas, François Mitterrand. 

“Para mí fue una falta de respeto total”, recuerda Laurence Debray. Por ellos, se escapó de casa en reiteradas ocasiones. En esa misma época, fue puesta en un campo de guerra en Cuba, donde aprendió a disparar con tan solo una década de existencia. 

La autora de esta obra, que ha vendido más de 1.000 ejemplares en Europa, reseñó una lista de reproches sobre sus experiencias. Desde las visitas de personajes reconocidos como Julio Cortázar y Jane Fonda, la admiración por la vida burguesa de sus abuelos, hasta los viajes de sus padres por Latinoamérica para expandir los ideales socialistas y erradicar el imperialismo en países como Venezuela. 

A pesar de los percances y el distanciamiento de sus padres, quienes rechazaron la publicación del libro en primera instancia, Debray alega que en la actualidad “todo está bien”, pero tiene más preguntas que respuestas con respecto a las labores de sus progenitores.

“Hay una pregunta a la que le sigo dando vueltas. Nunca he recibido respuesta. ¿En qué piensas cuando pasas cuatro años en una prisión perdida en el fondo de Bolivia en condiciones no muy confortables? ¿Cómo se aguanta? Yo no creo que aguantase” premeditó la historiadora.

Con información de El País


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