Una cosa ocurría en el gran salón de sesiones de la Organización de Estados Americanos cuando se realizaba la reunión de consulta de cancilleres este miércoles 31 de mayo, y otro escenario se vivía en  pasillos y salones contiguos. La diplomacia se enfrentaba a los intereses y lobbies de la misión venezolana, que no escatimaba esfuerzos para que no se resolviera nada en la esperada cita.

La sesión se inició luego de un encuentro o petit comité en el que se preacordó los países que  estarían a cargo de la presidencia y vicepresidencia de la Reunión Consultiva de Ministros  de Relaciones Exteriores. Luego de la discusión, la presidencia quedó en manos del canciller de Guatemala, Carlos Raúl Morales, y la vicepresidencia en el ministro de Relaciones Exteriores de República Dominicana, Miguel Vargas. 

Si bien se había anunciado que Venezuela sería la gran ausente, la embajadora alterna ante la OEA, Carmen Luisa Velázquez, se hizo presente; y aunque no se sentó en la silla que correspondía al país, mantuvo encuentros en privado con representantes de delegaciones.

La reunión se inició fuera de la hora y tuvo  interrupciones por fallas en los equipos de sonido: los micrófonos no funcionaban y algunos cancilleres desconocían cómo se manejaba el botón para pedir la palabra, por lo que no aparecían en la lista de los oradores o eran borrados. 

Entre otros contratiempos, un empleado de la OEA, que había trabajado en la misión venezolana bajo el mando de Jorge Valero, amenazó a una reportera gráfica y la obligó a borrar las fotografías que había tomado de los equipos de sonido con fallas, como si informar sobre ello fuera delito. El nombre del empleado chavista es Mauricio Azulay, que fue denunciado ante el manager de la organización por trato abusivo contra la prensa.

Antes de la sesión dirigentes políticos opositores acudieron a una cita en la secretaría general, atendidos por el encargado, pues Luis Almagro estaba en el encuentro que tuvo lugar en la antesala de la reunión de consulta. Lester Toledo, Pancho Márquez, Carlos Vecchio, Manuel Avendaño y el general Antonio Rivero conversaron sobre la crisis que vive Venezuela y denunciaron la violación sistemática de los derechos humanos por el gobierno de Nicolás Maduro, la ola represiva que ha dejado decenas de muertos y miles de heridos y presos. Asimismo, reiteraron la urgente necesidad de la apertura de un canal humanitario y la convocatoria de elecciones generales, al igual que la petición de liberar a los presos políticos.

Lo que más se escuchó en la reunión, y venía de rumores de varias delegaciones diplomáticas, era que la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, estaba alojada en un hotel cercano a la sede de la OEA, esperando el momento oportuno para hacerse presente en el salón a fijar su posición.  Eso nunca ocurrió. Se sintió durante toda la tarde el lobby hecho por la misión venezolana para evitar que se llegara a un consenso entre los países para aprobar una declaración dura contra el gobierno de Maduro.

Las manifestaciones en la calle

Donde sí vibró la emoción, la energía y los gritos que demandaban soluciones inmediatas al organismo hemisférico, “porque nos están matando a los jóvenes y la población muere de hambre”, fue en la manifestación opositora frente a la sede de la OEA.

Decenas de venezolanos se reunieron desde tempranas horas de la mañana y permanecieron durante todo el día gritando consignas y mostrando pancartas en las que vincularon al gobierno de Maduro con el narcotráfico, el terrorismo internacional y la corrupción. 

Cercano al grupo opositor estaban dos manifestantes a favor del gobierno de Maduro. Llamó la atención de la prensa el hecho de que ninguno de los dos hablaba español. Uno de los jóvenes dijo estar a favor de la brutal represión que llevan a cabo las fuerzas armadas venezolanas contra la población en las calles.

Pasada las 8:00 de la noche, la reunión concluyó luego de un improductivo receso en el que los países miembros de la organización no lograron ponerse de acuerdo sobre una declaración final. El canciller de Bahamas propuso, a nombre de las naciones miembros de Caricom, que se suspendiera la sesión, y el grupo constituido por Perú, México, Estados Unidos, Canadá, Guatemala, Argentina, Chile y Honduras entre otros, aceptó la propuesta. 

De inmediato la misión venezolana inundó las redes sociales anunciando un triunfo a su favor. 


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