El 27 de junio de 2010, Edwin Gonzales Yepes se escapó del Centro Penitenciario de Aragua, conocido como Tocorón, en Venezuela. Una cárcel con capacidad para 720 internos, pero que en 2016 albergaba a 7.000 personas.

Gonzales, de 31 años de edad, estaba encarcelado porque había intentado asesinar a una persona. Le esperaban varios años en prisión, pero rehuyó de la justicia.

Una vez en las calles, siguió delinquiendo. En 2016, la justicia de su país le abrió proceso por falsificar una cédula de identidad, por cometer robo agravado y por pertenecer a una organización criminal. Sin embargo, continuó su actividad delictiva. En 2017, en medio de la crisis de Venezuela, ingresó al Perú con documentos falsos, bajo otra identidad.

No se sabe con exactitud qué delitos habría cometido en Lima en los dos últimos años, ni quiénes habrían sido sus víctimas. Lo cierto es que hace una semana planificó el secuestro al paso de Camila Fernández, una universitaria de 20 años de edad, así lo nformó el jueves 4 de julio la División de Secuestros.

¿Cómo operó?
El jefe de la Divise, coronel Nicasio Zapata, precisó la semana pasada en conferencia de prensa que este venezolano, junto con otras siete personas de su misma nacionalidad –entre ellas cuatro mujeres– participaron en el secuestro de la joven. Durante las investigaciones se pudo conocer que uno de los capturados, Winser Bustamante, alquiló un vehículo a la empresa Civiliza S. A. C., el cual fue utilizado para interceptar a Camila Fernández el 28 de junio en la madrugada a la altura de Molicentro, en La Molina, a pocas cuadras de su casa. Ella estaba sola dentro de su automóvil, un Audi blanco.

El coronel Zapata resalta que la banda buscaba a sus víctimas, sobre todo, en las estaciones de servicios ubicadas en La Molina y San Borja. “Ahí se estacionaban y observaban a quienes llegaban en sus carros para luego hacerles un seguimiento”, sostuvo el oficial.

Obligada por los hampones, la joven llamó por teléfono a su padre, Mario Fernández, a quien le exigieron el pago de US$10.000. Fernández acudió en su vehículo acompañado por serenos -encargados nocturnos de vigilar las calles- en una camioneta lo cual alertó a los secuestradores, que hicieron varios disparos.

Los hampones huyeron al reventarse una llanta del carro en el que se encontraban. Fernández logró que su hija fuera liberada. “Esa misma noche los capturamos en tres puntos de Lima”, dijo el coronel Zapata.

Tras un trabajo de investigación, la policía determinó que uno de los carros que utilizó la banda era un Toyota, placas AW0-414, perteneciente a la empresa Civiliza, y que había alquilado Winser Bustamante.

“Buscamos al dueño de la empresa y nos dijo que un venezolano había rentado el carro. Este tenía activado el GPS y así fue cómo lo encontramos en Lince. Lo conducía Edwin Gonzales, quien fue capturado junto con su pareja”, precisó Zapata.

Bustamante confesó que le entregó el carro a Gonzales, cabecilla de la banda. 


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