Una estadía en Europa, ganas de innovar y ser heredero de una fábrica de féretros en la ciudad de Cali, oeste de Colombia, llevaron a Guillermo Castillo a diseñar «ataúdes ecológicos», un negocio con proyección internacional que ya ha salvado centenares de árboles.»Vienen de la tierra y en la tierra se quedan», explicó a la AFP Castillo, dueño de la patente de estos féretros elaborados con cascarrilla de arroz, bagazo de caña de azúcar, una planta llamada fique y hasta cáscara de papa o mandioca.Biodegradables, los ataúdes solo tienen entre sus elementos una resina que no proviene directamente de la naturaleza.»Se innovó para bien del planeta, porque para hacer un ataúd se necesitan dos árboles y con esto no se le quita ni un árbol a la naturaleza, más bien se le beneficia», dijo este emprendedor de 57 años, a la cabeza del Taller Funeraria Castillo, que ha pertenecido por décadas a su familia.La idea de hacer cofres biodegradables se le ocurrió a Castillo hace poco más de cuatro años en Europa, donde vivió una temporada y tuvo oportunidad de ver, por ejemplo, cómo los españoles hacían láminas «con residuos de olivo, sin utilizar árboles».


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