La organización internacional Messaging Extraterrestrial Intelligence (Enviando Mensajes a la Inteligencia Extraterrestre, METI), que intenta comunicarse con otros planetas, reunió este sábado en París a varios científicos para debatir por qué, a pesar de numerosos intentos, los extraterrestres siguen sin responder a los mensajes de la Tierra.

«Cuando se intenta entender mejor el universo, la cuestión de saber si estamos solos es ineludible», dijo a la AFP Florence Raulin-Cerceau, doctora en astronomía y profesora del museo francés de historia natural.

METI, con sede en San Francisco, se dedica a enviar mensajes a otros planetas. Según su presidente, Douglas Vakoch, hay que debatir acerca de la falta de respuesta: «A pesar de que buscamos algo que no sabemos si existe».

«¿Donde están?», se preguntó en 1950 el físico y premio Nobel Enrico Fermi cuando hablaba con sus colegas sobre la vida extraterrestre en el refectorio del laboratorio nacional de Los Álamos, en Estados Unidos.

Él consideraba sorprendente que los terrícolas no se hubiesen cruzado con extraterrestres, teniendo en cuenta la inmensidad del universo y la edad de la galaxia, una pregunta que se conoce como «la paradoja de Fermi».

Desde entonces ha habido muchos intentos de contacto, como el programa Breakthrough Listen, liderado por físicos de la Royal Society Science Academy de Londres, y las investigaciones del instituto SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) de California.

Para escrutar la posible presencia de actividad inteligente se usan técnicas como las frecuencias de radio, los rayos láser y los objetos artificiales en órbita frente a las estrellas, como las esferas de Dyson. Sin embargo, se trata de «investigaciones muy, muy recientes», asegura Florence Raulin-Cerceau, y advierte que se necesitarán varias generaciones antes de tener respuestas.

«La formación de la Tierra data de 4.650 millones de años y la investigación extraterrestre tiene solo 40 años», indica Cyril Birnbaum, responsable del planetarium del Museo de la Ciencia de París, que para 2020 prepara una película sobre la paradoja de Fermi.

Efecto Cristobal Colón 

Aunque la búsqueda de vida extraterrestre todavía no ha dado resultados, nuestro conocimiento del universo ha cambiado totalmente.

En 2014, los astrónomos descubrieron el exoplaneta (o planeta extrasolar) Kepler-186f, considerado un «primo» de la Tierra situado en la «zona habitable» de su estrella, allí donde la temperatura permite la presencia de agua en estado líquido, indispensable para la vida.

Desde entonces se acumulan los descubrimientos que confirman que la Tierra no es una excepción en la galaxia.

«La inteligencia apareció varias veces en la Tierra de manera independiente en distintos grupos», explica Jean-Pierre Rospars, director de investigación del instituto INRA, citando los cuervos, los cetáceos o los primates. «Esto demuestra que la aparición de la inteligencia en la evolución no es un accidente propio a la Tierra, sino una especie de norma», añade.

Pero no todo el mundo comparte esta idea. Algunos creen que la aparición de la inteligencia es más bien el resultado de varias circunstancias que difícilmente se podrán reproducir.

«No hay ninguna razón para pensar que los humanos han llegado al nivel cognitivo más alto posible», señala Rospars. Esta diferencia entre niveles cognitivos explicaría por qué no hay comunicación posible. Otra explicación sería que los extraterrestres prefieren no decir nada por el miedo a la desestabilización que provocaría el contacto.

«Si los extraterrestres nos visitan un día, pienso que el resultado sería parecido a lo que se produjo cuando Cristobal Colón llegó a América, un resultado realmente poco positivo para los indios», dijo en 2010 el físico y cosmólogo británico Stephen Hawking.

Nicolas Prantzos, un astrofísico francés del centro de investigación CNRS, sugiere otra hipótesis para explicar este silencio. Teniendo en cuenta la edad avanzada del universo «es muy posible que miles de civilizaciones hayan podido nacer y vivir durante miles de años pero estando solas», dice.

Sólo hay algo seguro, según Florence Raulin-Cerceau: «Si encontramos vida extraterrestre, aunque solo sea bacteriana, será un enorme paso para la ciencia y la reflexión sobre el lugar de la vida en el universo».


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