El presidente francés, Emmanuel Macron, tendió la mano a los «chalecos amarillos», respondiendo a algunas de sus reivindicaciones, pero más allá de los discursos, su plan para paliar la peor crisis de su presidencia afrontará una primera prueba de fuego en las calles este sábado.

Cerca de seis meses después del inicio de este movimiento de protesta inédito, el mandatario anunció ayer una batería de medidas con la que espera apagar la ola de manifestación que ha tomado al país y dar un nuevo impulso a su presidencia. «He escuchado sus inquietudes», aseguró Macron, quien admitió que en ocasiones pudo haberse mostrado duro con a los franceses, muchos de los cuales denuncian una pérdida del poder adquisitivo y un sistema fiscal injusto que favorece a los más ricos. Como prueba de ello, prometió una significativa reducción de impuestos para las clases medias y la indexación de las pensiones inferiores a 2.000 euros mensuales con la inflación, dos de las principales reivindicaciones de los «chalecos amarillos».

Se comprometió también a «reorganizar profundamente» la administración pública para reforzar los servicios públicos fuera de las grandes aglomeraciones, otra de las demandas de este colectivo que vio la luz en la Francia rural y provinciana, que mira impotente el cierre de sus escuelas y hospitales. Pero, para varios «chalecos amarillos», las medidas anunciadas son insuficientes.

«Macron no ha escuchado lo que pedimos en las calles desde hace cinco meses», lamentó Maxime Nicolle, una de las figuras más mediáticas del movimiento.

«Nos lanzó migajas de pan», estimó Nicolle, quien deploró la negativa del mandatario a reintroducir el impuesto sobre las fortunas (ISF) -una medida que ha reforzado su imagen de «presidente de los ricos»-, o de poner en marcha un referéndum de iniciativa ciudadana, otra de las demandas clave de los manifestantes.

Un poco de oxígeno 

Para el politólogo Jérôme Sainte-Marie, Macron, que está contra las cuerdas desde hace cinco meses, ha «recobrado un poco de oxígeno». Pero «los franceses quieren ver concretamente cómo estas medidas impactarán en su vida diaria», matiza Christelle Crapelet, de la encuestadora BVA.

En toda Francia, «chalecos amarillos» convocaban nuevas manifestaciones para este sábado en todo el país. «Todo es aplazado, todo es impreciso (…) por lo tanto el sábado vamos a mostrarle que nosotros también podemos hacer cosas con fuerza», advirtió Nicolle. «El movimiento debe mantenerse y estructurarse», urgió Thierry Paul Valette, del colectivo «chalecos amarillos ciudadanos», estimando que Macron había «perdido una oportunidad crucial» de reconciliarse con los franceses.

Otra figura del movimiento, Priscillia Ludosky, resumió la determinación de los manifestantes en un tuit: «27/04 manifestación 01/05 manifestación 04/05 manifestación 08/05 manifestación 11/05 manifestación 18/05 manifestación 25/05 manifestación». La magnitud de la movilización este sábado, el 24º consecutivo de protestas, permitirá medir la reacción de las calles.

El 20 de abril, cerca de 28.000 «chalecos amarillos» marcharon en todo el país, según cifras del Ministerio del Interior, en una jornada salpicada de enfrentamientos entre manifestantes y la policía.

Entre los actos convocados, se prevé una importante congregación en Estrasburgo. A un mes de las elecciones europeas, los organizadores de esta protesta convocada a través de Facebook, esperan atraer en la ciudad sede del Parlamento Europeo, a miles de manifestantes alemanes, suizos y belgas. Para evitar desmanes, las autoridades prohibieron a los manifestantes reunirse en el centro histórico de la ciudad y en el barrio donde están instaladas las instituciones europeas.

El gobierno espera en cambio que los anuncios de Emmanuel Macron permitirán «restablecer el orden público». Para el ministro del Interior, Christophe Castaner, el movimiento de los «chalecos amarillos» perderá fuerza porque ya no tienen reivindicaciones. Una encuesta realizada para el periódico Le Figaro reveló que 63% de los encuestados encontró a Macron poco convincente y el 80% estimó que sus anuncios no pondrán fin al movimiento de protesta.


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