El papa Francisco dijo hoy que el «primer deber» de la Iglesia católica «no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios» al final del Sínodo de la familia celebrado en el Vaticano. El pontífice señaló que la labor de la Iglesia debe ser «conducir a todos los hombres a la salvación del Señor» y agregó que «los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu». Dijo que apoyan la doctrina de la Iglesia quienes defienden «no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas, sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón». «Esto no significa en modo alguno disminuir la importancia de las fórmulas, de las leyes y de los mandamientos divinos, sino exaltar la grandeza del verdadero Dios que no nos trata según nuestros méritos, ni tampoco conforme a nuestras obras, sino únicamente según la generosidad sin límites de su misericordia», añadió el papa. El Sínodo aprobó hoy con mayoría de dos tercios los 94 puntos de su documento final, en el que, entre otros aspectos, se abre la vía a evaluar caso por caso el acceso a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar. Ese documento pide, además, en la única referencia que se hace en el texto a los homosexuales, evitar «injusta discriminación» a las personas con esa tendencia. 


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