Los análisis sobre las marchas que el domingo pasado se realizaron en Brasil para pedir la destitución de la presidente Dilma Rousseff difieren. Para la oposición, la presencia de 83.000 personas en las calles de 90 ciudades, según fuentes policiales, comprobó que «Brasil está indignado». La cifra fue contrastada por los organizadores, que cifraron la asistencia en 400.000 personas.El Partido de la Social Democracia Brasileña, opositor, señalo que más allá del número, las protestas «indicaron que Brasil está indignado y quiere el fin de este gobierno». El senador Aécio Neves, presidente del partido, argumentó que hubo «poco tiempo» para preparar las manifestaciones, pues los grupos convocantes decidieron salir a las calles después de que, la semana pasada, la Cámara de Diputados inició los trámites con miras a un posible juicio político contra Rousseff.El gobierno consideró «como un balón de oxígeno» para Rousseff la baja adhesión a las protestas, que comparó con las realizadas en abril y agosto pasado, cuando asistieron 2,5 millones de ciudadanos.El resultado de las manifestaciones fue analizado por la presidente en una reunión que mantuvo ayer con una decena de ministros, la cual concluyó sin declaraciones a los periodistas. No obstante, fuentes oficiales reconocieron que la escasa respuesta ?alivia un poco la presión aunque no basta para decir que está todo resuelto», dijo un portavoz de la Presidencia. Rousseff  cumplió ayer 68 años de edad sin muchas razones para celebrar. Uno de los mensajes de solidaridad que recibió llegó desde Argentina y de un admirador no esperado. «Quiero enviar mi apoyo a la presidenta Dilma Rousseff. Mi corazón está contigo», escribió en redes sociales el ex futbolista Diego Armando Maradona, a quien la mandataria respondió con un simple «Gracias por el apoyo». Los trámites para un juicio político fueron autorizados hace diez días por el presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha. El proceso comenzó hace una semana.


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