La Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendó a los países ricos que se abran a la inmigración, debido a que sufrirán un retroceso poblacional y económico. Además, no podrán impedir la entrada de inmigrantes, quienes lo harán de forma irregular.

António Guterres, secretario general de la ONU, presentó este jueves un informe a la Asamblea General que servirá de base para la negociación este año del Pacto Mundial para una Migración Segura, Regular y Ordenada.

Guterres explicó que los países que ponen obstáculos mayores a la migración se están autolesionando económicamente, asimismo defendió que una política abierta maximiza los beneficios de la migración y es la mejor forma de acabar con las mafias que trafican con personas.

El secretario general de la ONU defendió que la migración impulsa al crecimiento económico, reduce la desigualdad, conecta sociedades diversas y nos ayuda a manejar las olas demográficas de aumento y descenso de la población”.

Louise Arbour, representante especial para la Migración Internacional, indicó que el informa quiere cambiar la “narrativa” de que los inmigrantes llegan para “robar los trabajos” y debe servir para que las políticas de migración se basen en realidad y no en la ficción.

Arbour alertó que si los países desarrollados tienen un nivel de migración cero, es decir, si registran el mismo número de inmigrantes que de emigrante, su población se reducirá entre 2020 y 2025 a 9%, lo que impedirá el progreso económico.

La representante recomendó que los países extiendan las “vías legales” para migrar o regularizar el estatus migratorio debido a que a ninguna de las partes le interesa que una persona viva y trabaje en un país al margen del sistema legal.

El Pacto Mundial por la Migración cuenta con el lastre de la salida de Estados Unidos, que considera que el proyecto choca directamente con los principios de Donald Trump, presidente estadounidense, en materia migratoria.

Arbour animó a los líderes políticos a reflexionar sobre los “afectos desestabilizadores” de no dar la ciudadanía a inmigrantes que llevan años residiendo en su país, incluso, en el peor de los casos, deportarlos.

La representante advirtió del impacto negativo que tendría no solo para el inmigrante, sino para «sus empresas, sus familiares o sus barrios», además recordó que estos migrantes suelen aceptar los trabajos que nadie más quiere.

Según el informe, los migrantes gastan 85% de su sueldo en el país donde viven, y 15% lo envían a sus países de origen, generando 600.000 millones de dólares en remesas, 450.000 de los cuales van a países en vías de desarrollo.

Esta cifra representa tres veces la cantidad que se invierte en ayudas para el desarrollo internacional y para algunos países las remesas representan 20% de su PIB.

En el mundo se encuentran 258 millones de migrantes, que la ONU define como personas que cruzan una frontera internacional para vivir y trabajar en otro país por un periodo de al menos un año.

Del total, 10% son refugiados o demandantes de asilo, y el resto son migrantes «económicos».

El número de migrantes ha incrementado 49% en lo que va de siglo y, según la ONU, la tendencia indica que continuará aumentando. 


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