Representantes de la Organización de las Naciones Unidas recordaron este domingo que el ciclón Idai, que ha devastado partes del centro de Mozambique y del este de Zimbabue, es una emergencia de categoría 3, la misma que tienen las crisis humanitarias en Siria y Yemen en la actualidad . 

«Siria, Yemen y Mozambique son las tres emergencias ahora mismo en el mundo», declaró en una entrevista telefónica Saviano Abreu, portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, OCHA, desde Beira, una de las principales ciudades de Mozambique y la más afectadas por la catástrofe.

«Es devastador, el grado de destrucción es masivo», resumió Abreu sobre una catástrofe que hasta el momento tiene como consecuencia 656 fallecidos (446 en Mozambique, 154 en Zimbabue y 56 en Malaui), pero cuyas cifras últimas son aún imposibles de determinar.

Hay zonas alejadas de Beira, el epicentro de la catástrofe, que han quedado completamente inundadas y a las que no se ha podido llegar, pero el nivel del agua comenzó a bajar y el acceso a muchas áreas ya es más sencillo que en los últimos días.

«Buzi, que está muy cerca de Beira, es una ciudad que estaba totalmente bajo el agua, pero ya empieza a estar más seco y desde este domingo por primera vez se puede llegar por carretera», ejemplificó el jefe de comunicaciones para África meridional y oriental de la OCHA.

«La cantidad de asistencia humanitaria va a aumentar a partir de ahora, porque tendremos más capacidad de llegar a las personas que lo necesitan», explicó Abreu. Una semana después de que comenzaran a llegar los primeros equipos de emergencia a la zona, indicó que la situación de rescate no es una prioridad, y los organismos nacionales e internacionales han pasado a la respuesta. 

La más inmediata se basa en dos pilares: el reparto de comida, debido a que hay personas desesperadas porque han estado más de una semana sin comer de manera regular, y el agua y saneamiento para que no se propaguen enfermedades como el cólera y la malaria. De momento, y a pesar de reportes previos de la Cruz Roja, en la información de la ONU no hay ningún caso confirmado de cólera.

Se han tratado casos de diarreas, pero se están investigando para poder evitar una enfermedad que, a pesar de ser tratable, se puede convertir en letal. El otro punto, el reparto de comida, también ha sido conflictivo los primeros días debido a que las necesidades son numerosas y la comida llega a las zonas afectadas con cuentagotas. 

«No podemos negarlo, sabemos que la ayuda todavía es limitada y estamos trabajando para que llegue de manera suficiente. Lo que necesitamos es apoyo de las fuerzas de seguridad para que podamos hacer distribuciones controladas de manera más pacífica, a la vez que por nuestra parte también necesitamos acelerar el proceso de distribución», recapacitó el portavoz de esta agencia de la ONU.

Tiene la esperanza cifrada en el restablecimiento de las comunicaciones. «Será más rápido y se evitará que este tipo de situaciones vuelvan a repetirse», aseguró. Una vez que las necesidades más urgentes de los más de 750.000 damnificados que se contabilizan en los 2 países estén subsanadas, llegarán otros problemas no menos importantes: las principales infraestructuras de vivienda, educación, sanidad y agricultura han quedado destrozadas. 

Los datos del gobierno de Mozambique indican que más de 3.100 escuelas, a las que acudían 90.000 estudiantes, han quedado destrozadas; más de 33.500 viviendas están completa o parcialmente destruidas, y se han perdido 500.000 hectáreas de cultivos que estaban a punto de ser cosechados. «Lo más probable es que estas personas afectadas necesiten asistencia por un año por lo menos para suplir esas cosechas que se han perdido», explicó el brasileño. 

El ciclón Idai, un fenómeno climatológico de categoría 4, tocó tierra en el centro de Mozambique el 14 de marzo con vientos de más de 170 kilómetros por hora, y siguió avanzando hacia el interior atravesando Zimbabue el viernes. Antes de formarse, en el canal que separa Mozambique de Madagascar, Idai era una tormenta tropical que causó graves inundaciones en Mozambique y Malaui, y que la OCHA informó que se transformaría en ciclón.

«Se veía venir, pero fue imposible determinar la dimensión de la catástrofe», concluyó el portavoz de la OCHA. 


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