La Tierra, el llamado planeta azul, tiene el 70% de su superficie cubierta por agua. Podría parecer que este recurso es ilimitado, pero el agua dulce no es tan abundante, ya que solo representa 3%.

Esta situación pone a prueba a los países. En todo el globo, cerca de 4 mil millones de personas sufren escasez severa de aguadurante al menos un mes al año, de acuerdo a datos del ONU Agua. Y esta situación se agravará en las próximas décadas.

Como sucedió con Ciudad del Cabo a inicios de 2018, otras grandes ciudades sufrirán por la falta de agua debido al estilo de vida moderno, que hace que la demanda de agua crezca, además de los efectos del cambio climático.

Una investigación de World Resources Institute -que utilizó modelos climáticos y escenarios socioeconómicos para analizar 167 países-, determinó que 33 países enfrentan un estrés hídrico (menos de 1.700 metros cúbicos por persona) extremadamente alto hacia el 2040. 


Las zonas en rojo indican los países con mayor estrés hídrico. (Imagen: WRI)

Catorce de estas naciones se encuentran en Oriente Medio, incluidos países que en este momento ya sufren problemas de acceso al agua como Bahrein, Kuwait, Palestina, Qatar, entre otros, como indica la base de datos Aquastat de Fondo para la Agricultura de la ONU (FAO).

En la región, los países más vulnerables son: Chile (puesto 24), México (34), República Dominicana (35) y Perú (55). Los tres últimos se encuentran en un nivel alto de estrés hídrico. 

Lista de los países con mayor riesgo de quedarse sin agua. (Imagen: WRI)

Por otro lado, otro estudio publicado en Nature Conservancy analizó las fuentes de agua de las 500 ciudades más grandes del mundo y determinó que alrededor del 40% de estas sufren estrés hídrico.

Lista de ciudades con mayor estrés hídrico. (Imagen: Nature Conservancy)

►¿Por qué los países están en riesgo de quedarse sin agua?

Los factores que determinan que un país se encuentre en riesgo de desabastecimiento de agua son diversos. Se debe, de acuerdo al WRI, a una combinación de factores como el aumento de las temperaturas, inundaciones, cambios de patrones de precipitación, aumento de demanda y las ineficientes políticas públicas sobre el manejo del agua. 

Según ONU Agua, «el uso del agua ha ido en aumento en todo el mundo en alrededor de 1% por año desde el 1980, impulsado por una combinación de crecimiento de la población, el desarrollo socioeconómico y el cambio de patrones de consumo».

Por ello, se espera que la demanda global de agua continúe aumentando a un ritmo similar hasta 2050, lo que representa un incremento de entre el 20 al 30% por encima del nivel actual de uso del agua, por la creciente demanda en el sector industrial y doméstico.

En este momento, más de 2 mil millones de personas viven en países que experimentan un alto estrés hídrico, apunta la institución, lo que además pone en riesgo la salud de sus habitantes.

«Los niveles de estrés continuarán aumentando a medida que crece la demanda de agua y los efectos del cambio climático se intensifiquen».

►¿Quiénes son los más afectados por la falta de agua?

En el mundo, tres de cada diez personas no tienen acceso a agua potable segura. Y debido a la falta de servicios de saneamiento, se ven expuestas a enfermedades infecciosas que afectan principalmente a niños y ancianos en los sectores de menores ingresos de la población, de acuerdo al Informe sobre el Desarrollo Mundial del Agua de las Naciones Unidas de 2019.

Además de las mujeres y las niñas, «las minorías étnicas y de otro tipo, incluidos los pueblos indígenas, los migrantes y los refugiados, las personas de determinada ascendencia (por ej. las castas), son a menudo objeto de discriminación, al igual que las minorías religiosas y lingüísticas» en el acceso al agua, señala el informe.

En nuestro país, entre 7 y 8 millones de peruanos aún no tienen agua potable, pese a ser uno de los 20 países más ricos en agua, según OXFAM. 

En el territorio nacional, Lima es la ciudad más vulnerable, pues 1,5 millones de ciudadanos no cuentan con acceso a agua potable ni alcantarillado. Esto afecta principalmente a los sectores de menores ingresos, debido a la distribución heterogénea del recurso vital.


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