La corte suprema de Brasil incluyó en la investigación sobre la red de corrupción de Petrobras las confesiones de un senador oficialista que involucró a la presidente Dilma Rousseff, a su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva y al vicepresidente Michel Temer. Un juez del Supremo Tribunal Federal aceptó de ese modo tomar en cuenta el pedido del fiscal general Rodrigo Janot de incluir en el expediente de la operación Lava Jato (lavadero de autos) ciertos trechos de las declaraciones del senador Delcidio do Amaral, como parte de un acuerdo de «delación premiada». Rousseff emprendió ayer un viaje a Nueva York con el propósito de llevar hoy a la Organización de Naciones Unidas su denuncia de que sufre un intento de «golpe» de Estado. El viaje coincide con la firma del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, en cuyas negociaciones Brasil participó activamente y a cuya firma acudirá la jefe de Estado. La ocasión le servirá a Rousseff para exponer su visión de la crisis en que se encuentra el país y también su propia situación, que está seriamente amenazada con ser destituida en un juicio parlamentario. Paradójicamente, durante los dos días que permanecerá en Nueva York, su cargo será ocupado de forma interina por el vicepresidente Michel Temer, quien es el primero en la línea de sucesión en caso de una destitución de la mandataria y al que ella ha acusado de ser «uno de los jefes de la conspiración». Un grupo de manifestantes se concentró ayer frente al domicilio del vicepresidente Temer en Sao Paulo para protestar por su papel en la crisis que atraviesa el gobierno. El grupo vestía ropa negra y llevaba instrumentos de percusión y megáfonos con los que acusaron a Temer de golpista.


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