El papa Francisco concluyó su viaje a la República Centroafricana y partió a Roma dejando una esperanza de paz entre cristianos y musulmanes, que por un día olvidaron el sangriento conflicto que los enfrenta y se abrazaron para celebrar la mediación del pontífice.Aunque es pronto para saber si los efectos serán reales, la entrada de Jorge Bergoglio en la mezquita central de Bangui y su insistencia de unión en todos los actos celebrados durante el día y medio que duró su permanencia a la capital propiciaron un grito popular conjunto: ¡La guerra ha terminado!El gesto más efectivo de la visita del papa a África fue la visita a ese templo enclavado en el PK5, el barrio donde permanece recluida la poca población musulmana que queda en la ciudad, que al igual que en el resto del país fue masacrada o forzada al exilio a manos de milicias cristianas, la confesión mayoritaria.Fue la primera vez que un papa pronunciaba un discurso en una mezquita, donde pidió el fin de la exclusión por etnia, adscripción política o confesión religiosa.Posteriormente, y con grandes medidas de seguridad, Francisco ofició su última misa en el país en el estadio de Bangui, y los ciudadanos respondieron saliendo a la calle sin miedo.En el camino ambas confesiones se abrazaron y gritaron juntas por la paz. ?Es un día hermoso para los musulmanes. No creíamos que podía llegar. Hoy he podido abrazarme con mis hermanos cristianos. Es un milagro?, dijo emocionado Amza Mahamat, habitante del PK5. 


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