Donald Trump, presidente de EE UU, visitará China a principios de noviembre en el marco de una gira por Asia. Será su primera visita al gigante asiático.

«Estoy convencido de que su visita será especial, maravillosa y exitosa» declaró Xi Jinping, presidente de China, al recibir en Pekín al secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson.

Xi recordó que ya se había entrevistado con Trump dos veces, una de ellas en la lujosa mansión del presidente en Florida, y que ha mantenido una fluida relación con él.

«He apreciado cada uno de nuestros intercambios. Hemos realizado considerables esfuerzos para desarrollar las relaciones  estadounidenses» comentó el presidente chino.

Tillerson replicó que la relación entre los dos países sigue madurando por la fuerza de la relación entre usted y Trump. »Esperemos que pueda progresar aún más en esta próxima cumbre» añadió.

A su llegada a Pekín, el jefe de la diplomacia norteamericana había sido acogido previamente en el imponente Palacio del Pueblo, en la plaza Tiananmen, por el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi.

Ninguno de los dos mencionó a Corea del Norte en sus intervenciones preliminares.

Entre los temas que trataría con sus interlocutores chinos figuran la desnuclearización de la península coreana, pero también el comercio y las inversiones, según el departamento de Estado.

En estos últimos meses, la administración Trump había acusado públicamente a China, principal aliado de Corea del Norte, de no ejercer suficiente presión sobre su vecino para que abandone sus ambiciones nucleares.

En aplicación de esas sanciones, el ministerio chino de Comercio anunció el jueves que las empresas norcoreanas instaladas en China tendrían que cerrar antes de enero.

El gigante asiático, que suministra casi la totalidad del petróleo consumido por los norcoreanos, también confirmó la semana pasada que limitaría de forma drástica sus exportaciones de productos petroleros refinados.

Prueba de la mejora en las relaciones entre Pekín y Washington fue el comentario de la portavoz del departamento de Estado norteamericano, Heather Nauert, quien se congratuló esta semana por estos «progresos» y consideró que China había hecho «enormes pasos en la buena dirección».

Pero persisten divergencias: Pekín aboga por una solución pacífica y no aprecia en absoluto las escaladas verbales entre Trump y el líder norcoreano Kim Jong-Un.

China se opone claramente a cualquier intervención militar en la península coreana, a las puertas de su frontera, mientras que EE UU no descarta la opción  militar y amenaza con destruir el régimen de Kim Jong-Un.


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