El jefe de la comisión de investigación de Egipto del accidente del avión ruso, Aiman al Muqadem, aseguró ayer que todavía no se puede determinar la causa de la desintegración del aparato siniestrado el 31 de octubre en la península del Sinaí, donde murieron 224 personas que iban a bordo. Al Muqadem desmintió la posibilidad de que una bomba hubiera sido colocada en la bodega del avión, como señaló la inteligencia británica e investigadores europeos. Reino Unido y Estados Unidos mantienen la sospecha de que haya sido un explosivo u otro ataque de terroristas.  Sobre el ruido de una explosión que quedó grabada en las cajas negras de la aeronave, Al Muqadem se limitó a asegurar que «se escuchó en el último segundo un sonido que requiere un análisis espectral (con un espectroscopio) para identificar su naturaleza».El investigador egipcio indicó que «todos los escenarios están sobre la mesa» y que la desintegración pudo ser provocada «por unas baterías en el equipaje de un pasajero, por fatiga en el cuerpo del avión o por la explosión de algo», que no determinó.Reino Unido y Rusia ya han cancelado sus vuelos en la zona. Estados Unidos señaló ayer que aumentará las medidas de seguridad aeroportuaria como consecuencia de la investigación en curso.El diario Daily Mail informó que en agosto pasado, un vuelo de la aerolínea británica Thomson Airways con 189 pasajeros a bordo y destinado al enclave turístico de Sharm el Sheik, eludió un misil supuestamente del Ejército egipcio. Sin embargo, las autoridades no han señalado coincidencias entre los dos hechos.


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