Si bien aún no hay nada que lo tenga en jaque, la justicia estadounidense pareció esta semana estrechar su cerco sobre el presidente Donald Trump tras conocerse demoledores testimonios de antiguos aliados y la apertura de nuevas investigaciones contra su círculo más cercano.

De todo, no hay duda, lo que más resaltó la prensa fue la audiencia de sentencia en una corte de Nueva York donde se condenó a Michael Cohen, el abogado personal del mandatario, a tres años de cárcel y a pagar dos millones de dólares tras declararse culpable de nueve delitos, entre ellos dos que involucran directamente a Trump.

Durante la audiencia y luego en una entrevista con la ABC, Cohen confirmó que fue Trump el que el dio la orden de pagar una gruesa suma de dinero a dos mujeres para ocultar relaciones extramatrimoniales y evitar que las historias tuvieran un impacto en las elecciones presidenciales del 2016. Una de ellas, la actriz porno Stormy Daniels, y otra, la ex-Playboy Karen McDougal.

¿Qué pasó en el mundo esta semana?

Michael Cohen: condenan a tres años de cárcel al exabogado de Donald Trump

‘Fui débil porque sentí que debía encubrir las suciedades de Trump’

El abogado, durante años conocido como el hombre que le solucionaba los embrollos legales al magnate, se refirió a Trump en duros términos al admitir que si había cometido un crimen había sido para tapar las “suciedades” de él.

El mandatario, en otra entrevista con Fox, reconoció el pago –algo que tanto él como la Casa Blanca negaron durante meses– pero indicó que nunca le dijo a Cohen que hiciera algo ilegal o violara normas de la financiación de las campañas.

El problema para el mandatario es que tanto los fiscales del caso como el juez que sentenció al abogado han corroborado su versión, y hasta existe una grabación en la que Cohen discute con Trump el pago a una de las mujeres.

Los Fiscales saben que digo la verdad porque les entregué una gran cantidad de información que corrobora que lo que he dicho es cierto

“Los Fiscales saben que digo la verdad porque les entregué una gran cantidad de información que corrobora que lo que he dicho es cierto”, sostuvo Cohen.

En cualquier caso, como dice Gibson Dunn, quien defendió a McDougal brevemente y es experto en derecho constitucional, Trump autorizó el pago y sabía que la intención era evitar que una historia embarazosa saliera a luz pública en medio de la campaña. “Es una violación a las normas electorales, y eso vuelve a Trump el autor material, pues era el único que se beneficiaba”, dice Dunn.

Hoy se sabe además que el pago para silenciar a Daniels se realizó a los pocos días de revelarse un polémico video en el que Trump hablaba sobre manosear a mujeres sin su consentimiento y que hundió su popularidad a dos meses de los comicios.

Y si quedaban algunas dudas, esas parecieron despejarse esta semana, cuando se conoció el acuerdo al que llegó American Media Inc. (AMI), dueña del tabloide National Enquirer, también con la Fiscalía de Nueva York.

A cambio de inmunidad y cooperar con la justicia, AMI admitió haber pagado a McDougal 150.000 dólares para “suprimir su historia» y “prevenir que esta influenciara una elección”. Algo que confirmaría la versión de Cohen.

Lo dramático en la confesión de AMI es que su dueño, David Pecker, era hasta hace poco otro ‘íntimo’ de Trump que usaba el Enquirer para defender al magnate y sembrar dudas infundadas sobre sus rivales, pero que ahora ha decidido darle la espalda.

CNN reportó el jueves, de paso, que Trump estaba en el mismo cuarto con Pecker y Cohen cuando se discutió el pago a las mujeres. Además, los medios en EE. UU. especulan que la de McDougal no es la única historia de Trump que el Enquirer compró para evitar que saliera a la luz pública y que pronto se podrían conocer más.

Si esos delitos son lo suficientemente graves como para someter al presidente a un juicio de destitución, es algo que está por verse. Muchos demócratas, que asumen el control de la Cámara de Representantes en enero, creen que sí. Pero a los republicanos, que mantienen el Senado, les parece que, como máximo, son delitos menores.

Y sin ellos es casi imposible que un proceso de destitución avance. Además, una encuesta reciente de SSRS indica que solo 43 por ciento de los estadounidenses apoya una destitución, mientras un 50 se opone.

Pero el caso de las mujeres, por supuesto, no es el único que amenaza a Trump. Esta semana se conoció que otra fiscal de Nueva York inició una investigación contra el comité que se encargó de la posesión de Trump por el recibo de más de 100 millones de dólares en donaciones, y hay otra que se adelanta para determinar si Trump uso su fundación de caridad para alimentar su campaña electoral y maquillar gastos.

Por supuesto, también avanza la investigación del fiscal especial Robert Mueller que busca determinar si existió alguna coordinación entre la campaña del presidente y Rusia durante la carrera electoral del 2016.

Este último frente también podría resultar difícil para el mandatario, pues se avecina la audiencia de sentencia de Michael Flynn, el exasesor nacional de Seguridad que también se declaró culpable de haber mentido al FBI sobre sus contactos con funcionarios de Rusia, y está cooperando con Mueller.

Flynn, según informaron varios medios, intentó negociar un acuerdo con el embajador del Kremlin en Washington en el cual prometía que si Trump ganaba, este levantaría las sanciones impuestas a Rusia por la invasión de Crimea a cambio de cooperación en la guerra en Siria. El presidente ha insistido en que todo es una “cacería de brujas”. Pero esa caracterización ha comenzado a perder fuerza ante las confesiones de quienes hasta poco conformaban su círculo interno.


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