«Yo, que estoy viejito, que estaba queriendo descansar, voy a ser candidato a la Presidencia en 2018 porque creo que quienes cometieron un atrevimiento conmigo, van a tener que aguantar atrevimientos de aquí en adelante», declaró el ex presidente de Brasil Inácio Lula da Silva ante la Policía Federal en el marco de la investigación sobre corrupción en Petrobrás.A poco tiempo de la declaración del ex mandatario, la jueza que debía decidir sobre un pedido de prisión preventiva contra Lula por presunto lavado de dinero, transfirió el caso al juez federal Sergio Moro, que lleva el expediente del megafraude en la petrolera. Fiscales de Sao Paulo solicitaron la semana pasada una orden de arresto contra Lula tras acusarlo de lavado de dinero e identidad fraudulenta por ocultar la propiedad de un apartamento frente a la playa. A la par, el gobierno de Dilma Rousseff  y la oposición evaluaron, por separado, el efecto político de las masivas manifestaciones del domingo en todo el país, en las que una multitud exigió su destitución. Las protestas reunieron a más de 3,6 millones de personas y congregaron la mayor participación en la historia de Brasil, según cálculos de la policía militar.Los líderes de las organizaciones que apoyan al gobierno, Partido del Movimiento Democrático Brasileño, Partido Social Democrático y Partido de la República, creen que las movilizaciones del fin de semana y las decisiones de las organizaciones aliadas al oficialismo tendrán un fuerte impacto en el eventual juicio político contra Rousseff, debido a que solo cuenta con el respaldo de las fuerzas de izquierda y la división de los movimientos de centro.El PMDB tendrá en los próximos días un «debate muy fuerte» sobre una posible ruptura con el Ejecutivo, anunció el ministro de Salud, Marcelo Castro, uno de los siete funcionarios que el partido tiene en el gobierno.CIFRA 3,6 millones de personas participaron en la mayor manifestación de la historia de Brasil


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