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Brasil sigue los mismos pasos que Colombia a la hora de enfrentar el éxodo masivo de venezolanos, que encuentran sus vías naturales de escape a través de los límites con los dos países vecinos.

“Estaremos duplicando nuestros pelotones de frontera”, adelantó Raúl Jungmann, ministro de Defensa brasileño, quien acompañó al presidente Michel Temer en su visita a Roraima, el estado colindante con Bolívar.

El principal objetivo brasileño es ordenar y controlar el incesante flujo migratorio, que solo en Boa Vista, capital de Roraima, supone 10% (40.000 personas) de su población. Las fuerzas armadas se encargarán de coordinar los distintos dispositivos estatales, que también contemplan el traslado de migrantes a otros territorios para descongestionar la frontera.

«No faltarán recursos», prometió Temer. Los expertos consideran que el probable triunfo electoral de Nicolás Maduro el próximo 22 de abril sumará una nueva ola migratoria al ya masivo éxodo de más de cuatro millones de venezolanos que huyeron de la revolución.

Estos movimientos militares provocaron la reacción inmediata en el gobierno venezolano, en especial el despliegue colombiano. En 2009 Hugo Chávez entonó «vientos de guerra» contra Álvaro Uribe, presidente en aquella época, al hacerse públicas las conversaciones con Estados Unidos para levantar bases militares en el país vecino.

Las tropas venezolanas se multiplicaron entonces cerca de la frontera, pero la escalada militar quedó finalmente circunscripta a un duelo de declaraciones entre ambos presidentes. El resto de la historia ya es muy conocida: el posterior triunfo de Juan Manuel Santos en 2010 redujo la tensión entre ambos países, que llegaron a vivir una verdadera luna de miel durante las negociaciones de paz en Cuba entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC. El «comandante supremo» calificó entonces a Santos como su «mejor nuevo amigo».

El final del conflicto colombiano y el recrudecimiento de la ofensiva revolucionaria contra la Asamblea Nacional y contra la oposición enfrentaron de nuevo a ambos gobiernos. Ahora el nuevo despliegue de tropas colombianas escondería, según el chavismo, un plan para invadir su territorio con ayuda de Washington. «Se está planteando la ocupación militar de Venezuela. No lo vamos a permitir», amenazó ayer Tarek William Saab, fiscal general, quien añadió que «Venezuela no merece que la bombardeen, con eso nos amenaza Estados Unidos».

Saab, impuesto ilegalmente por la asamblea nacional constituyente revolucionaria tras la destitución de Luisa Ortega, la fiscal exiliada en Bogotá, añadió que «se está planeando reeditar épocas ya canceladas en la historia de la humanidad, como lo es el bombardeo militar, la invasión militar, la ocupación a sangre y fuego de un país pacífico como Venezuela».

Colombia desplegó el pasado viernes 2200 militares en la zona fronteriza para poner en marcha el plan del gobierno de Santos, que contempla la vigilancia de las trochas (senderos por el medio del monte que sirvan tanto para el contrabando como para el ingreso ilegal de personas) y el endurecimiento de los controles migratorios.

Venezuela respondió de inmediato con el traslado de un centenar de efectivos y la llegada de aeronaves hasta Táchira, el estado fronterizo con el norte de Santander colombiano, de amplia mayoría opositora.

«Que el Papa nos ayude a impedir que Trump lance sus tropas e invada Venezuela. Le pido al Papa ayuda contra la amenaza militar de Estados Unidos. Que no nos abandone, que no nos permita que nos desaparezcan como a los 30.000 desaparecidos de la Argentina, que nos desaparezcan como pueblo», dijo Maduro durante su precampaña electoral del domingo.

Las relaciones entre el chavismo y el Vaticano se mantuvieron muy distantes durante 2017, tras el fracaso de las negociaciones entre el gobierno y la oposición en las que enviados papales participaron como facilitadores. Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, criticó al propio Maduro por no poner en marcha los acuerdos alcanzados en los mismos puntos que se discutieron posteriormente en la mesa de negociación de Santo Domingo.

El viaje a Colombia de Kurt Tidd, jefe del Comando Sur norteamericano, siguiendo la estela del secretario de Estado, Rex Tillerson, así como las contundentes declaraciones de Santos contra el «dictador» Maduro («No aceptaría jamás ir a unas elecciones libres y transparentes porque sabe que las pierde») sustentan los augurios revolucionarios.

«Rechazamos la sospechosa presencia de Kidd en Tumaco. Cualquier amenaza imperialista contra la paz en la hermana Venezuela y nuestra región será desbaratada por la dignidad, soberanía y unidad de nuestros pueblos democráticos», advirtió el presidente boliviano, Evo Morales, único aliado de Maduro en el subcontinente.

La respuesta oficiosa de Bogotá llegó ayer desde el palacio presidencial de Nariño, donde fuentes cercanas al gobierno señalaron a la Cadena Caracol que las declaraciones del fiscal Saab son un «insulto» contra Colombia.


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