El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular de la ONU fue aprobado este llunes en la cumbre que se celebra en la ciudad marroquí de Marrakech. El acuerdo se llevó a cabo entre llamados a una cooperación multilateral para afrontar un fenómeno de dimensión global.

«Para los problemas globales hay que tener respuestas globales», dijo el presidente de la República de Panamá, Juan Carlos Varela, en su intervención durante la conferencia intergubernamental sobre la migración.

La canciller alemana, Angela Merkel, insistió en la necesidad de esa respuesta global ante un fenómeno que «trae prosperidad», al tiempo que criticó «las ansiedades y temores, más la información falsa que difunden quienes se oponen al pacto».

Merkel recordó que la Unión Europea (UE) va a necesitar un mayor número de mano de obra cualificada de fuera de la Unión, en un claro mensaje a las numerosas voces (incluidos siete estados centroeuropeos) que se han opuesto al pacto.

Por su parte, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, además de avalar el pacto internacional, anunció la próxima puesta en marcha de un Plan de Ciudadanía y un fondo estatal para la integración de los inmigrantes, tras señalar la necesidad de que haya sociedades más cohesionadas e inclusivas.

La presidenta de la Asamblea General de la ONU, María Fernanda Espinosa, sostuvo que el fenómeno migratorio debe regularse a través de un marco global de cooperación que permita al mismo tiempo luchar contra las mafias que tienen ahora el protagonismo de todos los flujos irregulares de emigración.

«Es un momento histórico porque damos un rostro humano a la emigración», precisó Espinosa, quien añadió que los Estados, «por más poderosos que sea, no pueden enfrentar el reto migratorio solos».

Calificó a los emigrantes de personas valientes, emprendedoras, y sobre todo seres humanos que han dejado sus tierras y a sus familias por «razones poderosas».

Quienes intervinieron en la cumbre insistieron en el carácter no jurídicamente vinculante del pacto, compuesto de 23 objetivos generales y que fue consensuado por los miembros de la Asamblea General de la ONU en junio pasado tras 18 meses de negociaciones.

El pacto, que despertó las reticencias de varios países desde el primer momento de su elaboración, fue aprobado por aclamación entre tímidos aplausos y sin gran entusiasmo por parte de los asistentes.

Países sobre todo receptores de emigrantes, como Australia, Chile, Italia, Israel y un numeroso grupo de los centroeuropeos, además de latinoamericanos como la República Dominicana o Chile, se han retirado del pacto en las pasadas semanas y hasta ayer o han pedido más tiempo para estudiarlo, mientras que Estados Unidos se opuso desde el principio.

Frente a esa postura, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, agregó que el documento es un marco de cooperación que reafirma el principio de la soberanía de los Estados.

El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular garantiza «el derecho soberano de los Estados a determinar sus política de migración y su prerrogativa para gobernar la migración dentro de su jurisdicción, en conformidad con el derecho internacional», dijo Guterres.

Al mismo tiempo, hizo hincapié en el carácter imprescindible de la emigración como factor de desarrollo económico y de solidaridad humana tanto para países subdesarrollados como para los ricos.

«Las ayudas que los emigrantes transfieren a sus países de origen representan el triple del monto de ayuda pública al desarrollo, pese a que es en sus nuevas comunidades donde los migrantes gastan 85% de lo que ganan», aseveró.

Para ilustrar esta necesidad, Guterres recordó que su madre, que tiene más de 90 años, necesita personas que la asistan de forma continua y que en la mayoría de las ocasiones ofrecen personas migrantes en Portugal.

El presidente panameño insistió en el enfoque humano para gestionar este fenómeno y recordó que este año un niño de siete años de edad, hijo de una emigrante africana, perdió a su madre en las selvas entre Colombia y Panamá y su país le ofreció asilo bautizándole con el nombre de «Juan» (en homenaje al presidente) y con el apellido de «África». 


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