Varios intelectuales marroquíes exigieron hoy, en un coloquio celebrado en Rabat, una interpretación relativa y humanista de los textos sagrados del islam para erradicar el extremismo religioso violento en Marruecos.

Los participantes en esa conferencia, organizada por la Coordinadora de Asociaciones de Derechos Humanos en el Magreb, coincidieron en que la lucha antiterrorista a través de las soluciones policiales es insuficiente y que es necesario tratar las causas más profundas del extremismo.

En su aproximación sobre el origen del actual extremismo en Marruecos, el catedrático y político izquierdista Mohamed Sasi señaló que el propio Estado recurrió a una interpretación rigurosa del islam para contrarrestar durante los años sesenta y setenta el ascenso de la oposición marxista.

Para cumplir este objetivo, según Sasi, el Estado aumentó la dosis de fanatismo religioso en los programas educativos y en los medios de comunicación, y reforzó el papel social y político de las instituciones religiosas, tanto las oficial como extraoficiales.

«El rey Hassán II dio al autoritarismo, de esta forma, una legitimidad religiosa y sagrada», precisó. El intelectual marroquí lamentó que una de las principales causas del aumento del extremismo religioso entre los jóvenes marroquíes en la actualidad, se deba a ese uso autoritario que hizo el Estado del islam y a la falta de una interpretación relativa de sus textos sagrados.

Por su parte, el escritor laico y activista bereber Ahmed Asid consideró que las escuelas deben enseñar los contenidos éticos y humanistas del islam, y añadió que los niños marroquíes deberían tener acceso a información sobre otras religiones para adquirir una fe relativa, que les aleje del fanatismo.

Asimismo, advirtió de que el extremismo violento basado en la religión representa la peor forma de violencia porque se reviste de sacralidad y acaba gozando de la tolerancia de la sociedad.

Por su parte, el escritor Ahmed Buachrín recordó que el auge del fanatismo se debe, principalmente, al uso político de la religión. Explicó que, dado que la mayorías de los pueblos musulmanes son conservadores, los sistemas usaron el islam como una herramienta de dominación política, mientras que una parte de la oposición, incluida la violenta, empleó la religión como una ideología de resistencia.

Marruecos, igual que el resto de los países de su zona, vive con preocupación el ascenso del extremismo religioso entre sus jóvenes, aunque desde el 2011 no se ha producido ningún atentado terrorista en su territorio.

Según datos oficiales, los servicios de seguridad marroquíes desmantelaron en los últimos dos años más de 40 células terroristas que planeaban ataques en el país, lo que permitió el arresto de alrededor de 600 personas.

Asimismo, el Ministerio marroquí de Interior reveló recientemente que 1.631 yihadistas marroquíes están combatiendo en las zonas de conflicto en Irak y Siria, y los países africanos del Sahel.


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