El constante deterioro de Gaza golpea especialmente a la mujer, que afronta una lucha en varios frentes, según dijo a Efe la directora de la Unión de los Comités Palestinos de Mujeres (UPWC) en la franja, Taghreed Jomaa, sobre un año en el que han recibido más alertas de la violencia y miseria que les afecta.

Sexo a cambio de dinero, en una sociedad profundamente conservadora, y un aumento de mujeres encarceladas, «que delinquen o agreden a un marido agresor» son algunos de los inusuales testimonios que están recogiendo entre las redes de mujeres creadas por toda la franja, asegura Jomaa.

A falta de protección y seguimiento institucional y, por tanto, de estudios y datos oficiales, Jomaa coordina a líderes comunitarias locales para detectar la realidad de la mujer gazatí y poder intervenir en las necesidades de la mitad de la población.

Más explotación, más violencia doméstica y más casos de cáncer entre mujeres -mayoritariamente de mama- que no reciben permiso de salida para tratamientos en hospitales de Cisjordania o Jerusalén Este son algunos de los indicadores que apuntan al deterioro de su situación.

«Estamos también recibiendo más casos de matrimonios tempranos, un problema en el que hemos estado trabajando durante años y habíamos alcanzado algunos éxitos, pero la pobreza, el hambre y la falta de oportunidades está llevando a las familias a casar a las niñas», valora.

Jomaa dispara en todos los frentes, internos y externos, para denunciar que »las mujeres están pagando la factura política, social, legal y económica» del estrangulamiento de Gaza, que comenzó con el bloqueo israelí en 2007, reivindica.

«La ocupación israelí, que no es directa, sino por el bloqueo del mar, aire y tierra, impide cualquier desarrollo y hace que cada año sea más difícil. Con el cierre de fronteras, perdemos todos los derechos humanos básicos de desarrollo», considera.

«El gobierno (del movimiento islamista Hamás) o la Policía no siempre nos ayudan, suelen ayudar al hombre. Por eso, utilizamos nuestras relaciones, no la ley», para establecer mecanismos de protección que proveen a nivel comunitario, como clínicas o asistencia a mujeres maltratadas.

Esta respetada activista se remonta a la ruptura del movimiento feminista palestino tras la firma de los Acuerdos de Oslo (1993-1995) entre las que apoyaron el pacto y las que lo rechazaron.

«Con los puestos (en la recién creada Autoridad Nacional Palestina -ANP-) sacaron a muchas mujeres de la política, especialmente a las que apoyaban a (el partido nacionalista) Al Fatah y pararon la lucha por los derechos, se olvidaron de las acciones políticas», rememora.

Los movimientos de izquierda, laicos e islamistas, asegura, se mantuvieron en política pero la lucha fue diferente porque se abrió una brecha en la unidad, aunque también valora determinadas libertades y leyes que llegaron con el establecimiento de la ANP.

«Cuando Hamás llegó al parlamento palestino (en 2007) e Israel impuso el bloqueo, perdimos todo lo que habíamos conseguido en Gaza. Y todos los políticos, especialmente hombres, consideraron que la situación de la mujer ya no era prioritaria», lamenta.

Con menos mujeres en sindicatos, asociaciones y en el sector privado; y sin avances legislativos ni conciencia de género en las políticas del enclave, el Ejecutivo islamista no responde a las denuncias de las mujeres que intenta proteger la UPWC.

Las tres operaciones militares israelíes vividas en el enclave (2008-2009, 2012, 2014), por la que muchas familias siguen sin viviendas también ha golpeado más a la mujer.

«Todavía hay familias de la primera guerra que no han podido volver y viven en la calle donde la mujer tiene más dificultades, por ejemplo, para ducharse o cocinar. Además muchas perdieron al marido y tienen que liderar la familia, pero no hay trabajo», describe.

El desempleo entre las gazatíes alcanza actualmente 71% (de 65,9% del pasado año y 35,2% en 2005), del mismo modo que ha aumentado significativamente entre las formadas de 44,3%, antes del bloqueo, a 68,9% de 2007, según el Centro Legal para la Libertad de Movimiento (Gisha).

Altamente dependiente de la financiación internacional, también en la creación de empleo a través de las organizaciones establecidas en la franja, la retirada de fondos por parte de Estados Unidos a grandes agencias ha vaciado las asociaciones de mujeres.

Para Jomaa, el «acuerdo del siglo» anunciado por el presidente estadounidense, Donald Trump, es también parte de la presión que reciben no solo desde Occidente, sino de los países árabes: «Los palestinos estamos solos», considera y »las palestinas aún más».


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