Al menos 90 personas murieron y 463 resultaron heridas este miércoles, entre ellas varias mujeres y niños, en un atentado con camión bomba en el barrio diplomático de Kabul. Funcionarios médicos dijeron que el balance podría agravarse.

Entre las víctimas figuran doce guardias de seguridad afganos, once de la embajada de Estados Unidos (EE UU), y uno de la de Alemania, así como un chofer afgano de la BBC.

El ataque, el más sangriento en 15 años, se llevó a cabo en hora pico y cerca de varias embajadas de países como Alemania, Francia, Japón, Turquía y Bulgaria.

Según una fuente en Kabul, la explosión, que dejó un cráter de siete metros, “(fue) causada por un camión cisterna que contenía más de una tonelada de explosivos, la cual provocó una potente onda expansiva que causó varios daños en los alrededores, según imágenes difundidas por el canal local Tolo.

El ataque no ha sido reivindicado ni tampoco se conoce bien cuál era su objetivo. La agencia de inteligencia de Afganistán acusó a la red yihadista Haqqani, aliada de los talibanes, de haberlo perpetrado. Pero estos, que en el pasado no reivindicaron los atentados en los que la cantidad de víctimas civiles era muy elevada, afirmaron en Twitter no estar implicados y lo condenaron “con firmeza”.

Por su parte, el presidente afgano, Ashraf Ghani, condenó el hecho y dijo que se trata de un “crimen de guerra”. “Estos terroristas continúan matando inocentes, incluso durante el mes sagrado del ramadán”, dijo.

El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, se sumó a la condena y declaró que “tales ataques no modifican” su “determinación de apoyar al Gobierno afgano en sus esfuerzos por estabilizar el país”. Berlín, además, aplazó un vuelo chárter que llevaría a ciudadanos afganos expulsados de Alemania de regreso a su país.

Entre tanto, la misión de la Otán en el país saludó “la vigilancia y el coraje de las fuerzas de seguridad afganas que impidieron al vehículo” adentrarse aún más en la zona diplomática. Asimismo, Amnistía Internacional censuró un “horrible acto de violencia deliberado”, que demuestra que “el conflicto en Afganistán no disminuye sino que se extiende peligrosamente, de una manera que debería alarmar a la comunidad internacional”. Y el papa Francisco denunció un ataque “abyecto”.

El atentado se produce en un contexto de incertidumbre, pues el presidente de EE UU, Donald Trump, está examinando el posible envío de miles de militares para hacer frente a la situación, que se sumarían a los 8.400 que ya se encuentran en el terreno, y a los 5.000 de los Estados aliados, encargados de formar a las fuerzas armadas afganas.


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