“El renovado desafío del periodismo científico” es uno de los trabajos del libro Jornalismo e ciência: uma perspectiva ibero-americana, publicación coordinada por la Red Iberoamericana de Monitorización y Capacitación en Periodismo Científico, creada en 2009 por el Programa de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (Cyted), “con el fin de apoyar, difundir y mejorar la calidad del periodismo científico en los países latinoamericanos. Así como analizar y evaluar la cobertura e impacto de los medios de comunicación en lo referente a ciencia, salud, tecnología y medio ambiente”. Lleva la firma de la profesora venezolana Acianela Montes de Oca, quien es periodista egresada de la Universidad Central de Venezuela y merecedora de dos importantes distinciones: Premio de Periodismo Científico 1989 y Premio Municipal de Comunicación Social Científica “Arístides Bastidas”.

Antes de comentar el trabajo de la profesora Acianela, sí quisiera subrayar que Jornalismo e ciência… fortalece la Ciencia de la Comunicación en el ámbito internacional por dos razones básicas. Uno, los estudios sobre Periodismo Científico provienen de grupos de investigación de 10 países iberoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, España, Ecuador, México, Portugal y Venezuela. Dos, el libro da cuenta de un abanico amplio de perspectivas sobre el periodismo científico, especialidad de la comunicación social que hoy más que nunca juega un rol crucial en este jadeante mundo de la rapidización comercial que trastoca la salud y la calidad de vida.

Las temáticas apuntadas desde el mismo índice de Jornalismo e ciência… son muy reveladoras en cuanto a los aspectos teóricos y prácticos que debe encarar el Periodismo Científico en la sociedad de la información. El primer bloque temático está dedicado a la divulgación de la ciencia, tecnología y promoción de la cultura científica con las colaboraciones de Yurij Castelfranchi, Cristina Palma, Irene Trelles, Miriam Rodríguez, Gema Revuelta, Javier Crúz y Acianela Montes de Oca.

El segundo bloque temático es más empírico. Carmelo Polino y  Dolores Chiappe examinan la transformación de las actitudes públicas ante riesgos y beneficios de la ciencia y la tecnología. Y Ana María Vara señala en su estudio: “La pregunta por quién es el público, qué quiere o qué podría beneficiarlo, qué saberes y valores tiene es una de las más complejas del periodismo científico”.

Y el tercer bloque de trabajos acentúa el “cómo” metodológico del Periodismo Científico en torno a estos asuntos: “Cómo reportear temas controversiales: el caso de las células madre embrionarias” de Luisa Massarani. “Cómo informar sobre brotes o pandemias” de Fang Xuanchang, Jia Hepeng, Katherine Nightingale. “Cómo comunicar las estadísticas y el riesgo” de Andrew Pleasant. “Cómo informar sobre ciencia evolutiva” de Mohammed Yahia. Y “Cómo cubrir política científica” de Tania Arboleda.

En fin, Jornalismo e ciência… divulga la razón de ser del Periodismo Científico en el siglo XXI: formar a los ciudadanos para que mediten con serenidad y ponderación la presencia de la ciencia y la tecnología en la vida cotidiana. 

Pasemos entonces a conversar con “El renovado desafío del periodismo científico” de la profesora Acianela Montes de Oca, quien asevera en la primera parte de su trabajo, “El periodismo científico: una práctica para el desarrollo humano”, lo siguiente: “En una palabra, el periodismo científico, más que una vitrina para exhibir las novedades en el mundo de la ciencia y la tecnología, será también un espacio de confluencia entre los ciudadanos y los saberes o conocimientos científicos que circulan en nuestro mundo global. En ese gran ámbito los periodistas actuamos como propiciadores de esos encuentros entre constructores y usuarios del conocimiento científico, a sabiendas de que es un proceso dinámico en el que cambian tanto los roles (quienes unas veces producen otras veces usan), como el conocimiento en sí mismo (lo que en un momento se consideraba una verdad en el siguiente se puede poner en duda)”.

El periodismo científico debe atender a la misma dinámica comercial que se propaga en los medios de comunicación, en los cibermedios (por ejemplo, televisión y radio en Internet) y en las redes sociales. En concreto, esta especialidad periodística no puede soslayar la influencia de la publicidad en la formación de estereotipos, creencias, conductas y actitudes. La misma agenda temática de los medios puede influir en la opinión pública, privilegiando unos asuntos por encima de otros. Desde esta perspectiva, se corre el riesgo de que los medios puedan menguar aspectos de considerable importancia para la sociedad.

Otro de los obstáculos que debe sortear el Periodismo Científico es la naturaleza efímera del mensaje en los medios masivos. “Por no hablar de los periodistas, que muchas veces no contamos con la formación suficiente para encarar las complejas informaciones sobre ciencia, tecnología o innovación; o simplemente no recibimos apoyo suficiente del medio para el que trabajamos. Un ejemplo relativamente frecuente es que por desconocimiento o por orientación de los medios para los que trabajamos podemos incurrir en el error de confundir la ciencia con seudociencia o anticiencia”.

Se requiere entonces, según lo manifestado por la profesora Acianela, formar comunicadores en el área de la salud, línea de estudio que desarrolla esta investigadora desde el ámbito universitario y que consiste, según sus propios criterios, en lo siguiente:

El comunicador para la salud: “Es un profesional con ética y valores marcados, líder de opinión en su área, con formación científica y humanística, en comunicación y en salud, y en comunicación para la salud en particular; debe mostrar respeto por las diferencias, la multiculturalidad, capacidad para educar, conocimiento de las condiciones locales y del ámbito comunitario; así como de la clara responsabilidad social, interesado en la mejora del bienestar individual y colectivo”; solo por enunciar algunos rasgos generales de dicho perfil profesional. (Recomiendo la lectura de “El perfil del Comunicador para la salud en Venezuela” de Acianela Montes de Oca, en la Revista Comunicación 135, Centro Gumilla).     

“El renovado desafío del periodismo científico” nos indica que es necesario aprender a manejar el lenguaje de la ciencia para no generar confusión en los imaginarios colectivos. Acianela escribe: “Y ya en el terreno periodístico, el lenguaje, con sus múltiples posibilidades pero también con sus escollos, puede presentar el mayor de los desafíos. Recordemos que el periodismo científico implica mucho más que “traducir” la complejidad de la información científica. Obliga a un verdadero proceso de resignificación en el que deben tomarse en consideración varias dimensiones: el manejo de vocabulario y de términos técnicos (lo lexical); la articulación de las frases y lo que estas realmente significan (sintáctica y semántica); así como la estructura y los objetivos del mensaje que producimos (la lógica del discurso)”.

Acianela brinda una reflexión muy pertinente sobre los aportes de la Comunicación Alternativa en el Periodismo Científico: “La comunicación de la ciencia debe abordarse como proceso de aprendizaje social en el que por un lado, todos los involucrados aprenden en una relación dialógica, y por el otro, se usen tanto formatos como contenidos de la comunicación novedosos, diversos, múltiples y vinculados con las vidas y actividades concretas de los usuarios de nuestros mensajes. Parte del compromiso será empezar a hacer uso intensivo de los medios que permitan una comunicación más horizontal. Es decir, más radio, más medios locales o comunitarios, más medios digitales. Pero atención: la comunicación dialógica es más un asunto de actitud que de herramientas o tecnologías. Si nos quedamos simplemente en un rol de informadores, fracasará la posibilidad de interactuar”.

Finalmente, la profesora Acianela Montes de Oca sugiere “Diez criterios para comunicar ciencia”, desde su vocación pedagógica que le caracteriza:

1.- Incluya en los trabajos información que ayude al público a adoptar medidas para mejorar su calidad de vida.

2.- Confirme todo y tenga cuidado con las fuentes que se aventuran a opinar sobre asuntos fuera de su esfera de competencia. Jamás afirme nada si no hay pruebas concluyentes al respecto.

3.- Es mejor indagar sobre procesos antes que sobre productos, manejar ideas tanto como hechos.

4.- El tratamiento debe ser cuidadoso. Que la información muestre un optimismo prudente o un pesimismo esperanzado, como dice Manuel Calvo Hernando.

5.- La información debe ser profunda, trascendente y humana. El lenguaje, sencillo y preciso. Debemos estimular la capacidad de reflexión de la audiencia.

6.- No olvide que el usuario de la información lo está interrumpiendo cada diez líneas para preguntar “por qué”, “para qué”, “cómo me afecta esto”, “en qué me concierne”. Si su pregunta tácita no es respondida, nos abandonará y perderemos nuestra oportunidad de comunicar.

7.- La información, incluso la institucional, debe ser noticiosa.

8.- No hable en el lenguaje de los investigadores.

9.- Los titulares deben ser atractivos, pero no deben prometer lo que el mensaje no va a cumplir. Y por cierto, no deben ser lo único entretenido del texto.

10.- Use los recursos del diseño para mantener el interés en el mensaje. Los recuadros, llamados o inter-textos cortos permiten explicar contexto (fechas, nombres de investigadores, puntos clave) para que el texto no decaiga.

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El libro Jornalismo e ciência: Uma perspectiva ibero-americana se puede cosultar en esta dirección electrónica: http://www.redpop.org/wp-content/uploads/2015/06/Livro-NEDC-web.pdf


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