Por JOSÉ ANTONIO PARRA

La novela de Andrés Volpe, El reino de arena (Oscar Todtmann Editores, 2016), plantea una aguda reflexión en torno a la situación político social de la actualidad en Venezuela. Esa reflexión se da no solo en torno a lo político, sino como parodia del discurso épico nacional del siglo XIX. Ello fue justamente uno de los puntos que más me llamó la atención al momento en que me llegó el manuscrito de la novela, para así empezar el proceso de edición final de la misma.

Pero hay muchos más tópicos resaltantes en este trabajo. En el corpus textual hay, asimismo, la recreación de un hipotético futuro –futurible– en donde la estética de la narrativa está basada en atmósferas donde confluyen la ultraviolencia de Tarantino con Mad Max. Volpe aquí imagina un futuro nefasto para Venezuela, donde se ha disgregado el tejido de la nación en todos los órdenes y donde lo tribal es la marca fundamental. Hay una caricaturización de personajes con perfiles absolutamente grotescos donde lo emocional y lo visceral privan sobre la inteligencia y el buen juicio. De esta forma, hay una representación bastante verosímil de lo que podría ser el devenir del país de no retomarse el hilo democrático que se rompió claramente en noviembre de 2016. En ese instante el régimen asumió un carácter dictatorial abierto y con “formato clásico” al suspender las elecciones para gobernadores y alcaldes, así como la iniciativa ciudadana del referendo revocatorio.

En el regodeo estético de Volpe hay una clara emulación de los discursos de la gesta épica del siglo XIX en Venezuela, que fueron retomados como vivencia presente por la apuesta del Socialismo del Siglo XXI, modelo donde confluyen el neo comunismo y el nazi fascismo. Aquí lo importante es observar cómo es de anacrónico e inconveniente para el progreso libertario permanecer anclados en un tiempo histórico –el del siglo XIX– que fue importante en su momento y solo en su momento, pero que no puede tomarse como leitmotiv para la vivencia cotidiana de un país.

Desde el primer instante el lector quedará atrapado con esta historia ficcional que golpea con impecabilidad formal. Incluso, los nombres a los que apela el autor poseen un carácter sumamente paródico en ese juego de imaginar el peor de los futuros que pudiera tener el país, de continuar el descalabro al que nos ha llevado el modelo totalitario chavista. Las posiciones desde las cuales el escritor va hilvanando esta trama se dan desde diversos ángulos, de modo que hay una arquitectura literaria bastante ecléctica, al igual que con ciertos matices de lo experimental.

Durante el proceso de edición el intercambio de documentos y notas fue profuso en una suerte de trabajo escalonado entre Andrés y mi persona, en el que privó la rigurosidad en el ejercicio de la escritura. Asimismo, una de las cosas que me quedó clara al instante de conocer a Andrés fue su profundo compromiso venezolano y libertario, su noción de país y de concebir un territorio futuro viable para el ciudadano venezolano. Por ello, el objetivo de este escritor al representar escenas de una Venezuela post apocalíptica fue llamar la atención en torno a lo que podría terminar ocurriéndonos como grupo humano, de no revertirse el proceso de barbarie iniciado luego de la llegada de los militares al poder en Venezuela en el año 99. El manejo del lenguaje por parte de Andrés Volpe es ágil e impecable y evidencia una potente noción de los registros estéticos de la posmodernidad en la cual está inscrita su generación. Hay que decir que este autor es columnista de El Nacional y ha colaborado con otros medios importantes, como El Mundo de España.

El reino de arena inaugura, asimismo, una profunda reflexión en torno a los ciclos temporales; ello todo pone de manifiesto la agudeza intelectual de este joven venezolano que hoy por hoy, como tantos otros jóvenes de su generación, se constituye en portador de la luz y del espíritu de la libertad y la democracia, de lo que realmente somos en tanto país de cara a un futuro promisorio.

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El reino de arena

Andrés Volpe

Oscar Todtmann Editores

Caracas, 2016


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