Pan comido

En el camino del bosque fueron arrojando gotitas de pena, de angustia, de soledad, de falta de amor. Los dos niños nunca volvieron.  

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Aldonza

La fama que le acarreó el libro de aquel viejo loco que una vez la galanteó le valió unos cuantos pretendientes, todos escritores.  

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Difícil labor

Escribir es a veces un duelo infinito. Más que nada, un duelo con los personajes, que a veces intentan huir, se resisten a someterse, quieren hacer su vida.

La composición de Mauro fue laboriosa, pero resultó perfecto. Lo doté de más ecuanimidad de la que yo misma tengo, de tanta solidaridad como desearía tener, de mayores ambiciones de las que nunca me torturaron, de la escasa templanza de que puedo hacer alarde en cada una de mis tentaciones, del buen y mal humor a que la vida me predispone, y para rematar, hasta de un dejo de ternura y pasión dentro de su perfil a veces maldito. Me sentí complacida. Mauro era perfecto.  

Él no estuvo de acuerdo. Esa noche se liberó, tomó un cuchillo y seccionó mi imaginación.

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Primera incisión

Hundió el filo con minuciosidad tortuosa y se fue dibujando así el mapa del mundo. 

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La vida

Nací ave sin saber volar. No puedo fabricarme alas, construyo entonces mi propia jaula. De a poco, rama por rama, cierro pared tras pared sin dejar intersticios que me permitan ver ningún mundo. 

En el interior, soy libre.

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Epifanía

Greenpeace comunica que mataron otro tigre en Sumatra, que solo quedan cuatrocientos. Tuve, en el instante, la visión de aquel tigre muerto, “el de caliente sangre”, más cercano y real que el del poema. Después, las palabras. Esas palabras que lo devolverán a su tierra, ya no ficción pura del arte, para seguir cumpliendo “su rutina de amor, de ocio y de muerte”.

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Ornitóloga

El amor obsesivo por las aves la llevó a tener jaulas en todos los cuartos de la casa, llena de trinos. Un día, mirando el cielo azul, se conmovió y las dejó en libertad.  

Y volaron, juntas, por la ventana.  

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Génesis

Y Dios creó a la mujer. Y la puso en los jardines del Paraíso que había sembrado de leves tréboles y desafiantes orquídeas, y los jaguares se acercaban a lamer sus pies mientras se solazaba en lagunas de agua tibia. 

Un día el Señor de todo lo creado vio un dejo de tristeza en sus ojos y se dijo: “No es bueno que la mujer esté sola”. Y quiso dar forma a un nuevo ser para que le hiciera compañía. Sumido en esta labor, travieso, tomó de los cromosomas de la mujer un puñado de sus miles de genes y los agregó al nuevo cromosoma y, recién imaginado. 

No es dable conjeturar si lo que se inició, fue a sabiendas. 

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Noche de bodas 

Ella se cortó el cabello, él se sacó los ojos. Ella se arrancó la piel, él se liberó de sus miembros. Ella se quitó las uñas, él se desprendió de sus dientes. Y así sucesivamente.  

Entonces pudieron amarse y ser fieles para siempre, como lo habían prometido. 

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Futurista

Con el transcurrir de los siglos la genética llegó a establecer una serie de leyes y multiplicó las razas que venían de antiguo en las diferentes regiones de este mundo; se modificaron los colores originarios de los individuos, se impusieron códigos que incluían tonalidades, calidad de voces, forma de cabeza y hasta la terminación y transparencia de las uñas. 

Me da cierto escozor visitar una exposición de canarios.

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Mitológico

Busca en lo profundo del bosque que apenas acaba de desprenderse de sus copos blancos. Busca en los médanos que lo rodean, temiendo ser tragado por un mar de arena oscura que se desliza quién sabe adónde. Trepa las rocas y se interna en sus huecos, pérfidas cavernas donde a veces se oye el rumor de aguas que gorgotean y hasta los chillidos de las almas del purgatorio. Con más temor aún se aproxima a las luces que solo ve encenderse a la distancia de un tiempo inmensurable. 

Recuerda que una vez fue unicornio y escudriña el mundo en busca de su cuerno de estrellas.  

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La protagonista

Ella sueña que ha perdido su casa, la casa de los pájaros. En el sueño está nevando, la nieve lo cubre todo. Hay pájaros blancos posados en las ramas de los árboles. Busca refugio en un cobertizo donde quedan los resquicios del fuego, se acurruca y siente de a poco entibiarse su espalda; cae en un alucinado sopor y el calor de las cenizas la va penetrando hasta horadar su carne, sus nervios, sus huesos.  

Despierta sobresaltada. Toma su bata y se asoma a la ventana. Ve un paisaje blanco. Sale y deambula sin rumbo, ve árboles blancos con pájaros congelados, un cobertizo, un fuego, una mujer que muere.   

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El viaje

Todas las noches, antes de dormir, escucho la partida del tren desde la penumbrosa estación del pueblo. Nítido, rotundo, alejándose y perdiéndose en el silencio hasta el amanecer, cuando desciendo y regreso a casa.

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La vara

Las mujeres espartanas sacrificaban a sus hijos imperfectos porque en esa sociedad no podían vivir. En la Amazonía, si nace un niño defectuoso la madre lo entrega al Apaporis, dador de vida y muerte, porque en este mundo no puede sobrevivir. 

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Memoria

Aún no sale la luna y me despierta el aullido con que duermo noche a noche. 


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