Hace unos días un amigo subió a su cuenta en Facebook un trabajo de Pitchfork en el que enumeraban canciones como “La música del General/esto Es Pinochet Boys” de los chilenos de Los Pinochet Boys o “Sistema Podrido” de los mexicanos de Massacre 68. Ambas fueron parte de un listado sobre temas punk en contra del fascismo.

Aprovechó el texto para preguntar si en 20 años podría hablarse sobre canciones de rock emblemáticas en contra del abuso de poder en Venezuela en los últimos 18 años. Yo pienso que sí. Existen piezas que registran el momento que vive el país en ese período.  Tal vez no hay la cantidad que nos gustaría, pero no se puede negar que por ahí andan compositores que han escrito sobre la corrupción, la criminalidad, la diáspora, el abuso de poder y la represión. Desde grupos conocidos como La Vida Bohème hasta otros más underground como Cardiel y Zombies No.

Ahora, quiero escribir sobre un disco que cumple con la pregunta de mi amigo de redes sociales, pero que sirve para ampliar la respuesta a otras décadas. Cuando se habla de música crítica en el rock y pop venezolano, se suele pensar inmediatamente en Desorden Público. No es para menos, Horacio Blanco y compañía son responsables de clásicos como “Políticos paralíticos”, “Rumores”, “Peces del Guaire” y “Valle de balas”, pero hay una banda contemporánea con ellos que he estado escuchando nuevamente en semanas recientes.

Hace 15 días volví a dar play en mi Ipod a Aunque usted no lo quiera, ese registro de las primeras grabaciones de Sentimiento Muerto, cuando sus temas se propagaban en casetes piratas que sus seguidores compartían entonces.

Fue publicado en 1996, años después de la separación del grupo. Es un disco doble con las inquietudes de un grupo de adolescentes inconformes, aturdidos con un entorno que entonces empezaba a enrarecerse. Recordemos que la agrupación escribió estas letras en los ochenta, cuando en Venezuela la palabra crisis se hacía cotidiana.

Es verdad que algunas resultan ingenuas, pero no se puede menospreciar por eso a quienes entonces, tan jóvenes, hablaban sobre la paranoia de caminar por Caracas, el encarecimiento de la vida, las turbias perspectivas de futuro, el despilfarro gubernamental, la rosca, los prejuicios de una sociedad inquietante, escasez y represión; sin dejar a un lado la atracción y el deseo en tiempos de Guerra Fría.

Como ejemplo podemos mencionar a “Miraflores”, “No ha pasado nada”, “El sistema”, “Crimen”, “Alerta”, “Educación anterior”, “El delito”, “Resiste” y “Usa te usa”, ésta última un cuestionamiento a los comunistas soviéticos. En una de sus líneas se refieren irónicamente a la Unión Represora Súper Salvaje.

El escritor William Padrón en su libro A la hora justa (Ediciones B) citó una tesis de grado titulada Las letras de las canciones de la banda Sentimiento Muerto (1981-1993) que describe el contexto de esos temas.

“En 1985 la banda edita su primer casete, en estudios de grabación Phono Arte. Una grabación totalmente independiente que distribuirían ellos mismos en sus conciertos, en bazares, en todo lugar posible, y hasta en el boulevard de Sabana Grande. Dicha grabación ha sido catalogada como una producción casera, y en varias oportunidades ellos mismos catalogaron el sonido de esta grabación como el más sincero de la agrupación. Eran dos casetes.

El primero contenía un total de catorce temas, poco después editarían el segundo con el que sumarian un total de veintisiete canciones que comienzan a circular por todo el territorio nacional.

Mientras todo esto ocurría, un logo con un corazón rojo con el símbolo de prohibido superpuesto (el corazón tachado), aparecía como algo misterioso y novedoso, grafiteado en las paredes de la ciudad de Caracas, o en cualquier lugar donde les hubiera sido fácil pintarlo sin ser descubiertos por la policía. La agrupación comienza a presentarse de manera intempestiva en fiestas y bares donde no eran invitados, todo un modo de invasión para empezar a tocar y darse a conocer, ideado por su primer mánager Gustavo Atilano. Toda esta innovadora forma de distribución y difusión comienza a dar resultados. En 1986 Sentimiento Muerto ya tenía público”, indica la publicación.

Sin embargo, muchas de estas composiciones no forman parte del ideario musical de la cultura pop del venezolano. Permanecen en la memoria de quienes vivieron la época y de aquellos acuciosos que han indagado más sobre el rock en Venezuela.

Pero pasa lo mismo con tantas cosas. La vorágine de una país en medios de tanta hostilidad y precariedad, lo que deriva en la ausencia de una industria musical que mantenga esa memoria. Al final todo lo que pasa favorece al olvido. 


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