“Todo está siempre desplazándose hacia un punto mínimo que queda lejos. Todo se pierde en el tiempo y su hija la memoria. Me seduce la idea de la fuga: la fuga del momento y del recuerdo. Hay episodios que olvidé y que al menos en un estrato parecen haberme abandonado. Sé que están allí, me constituyen, pero vagan escondidos, sin orden ni dueña. Extraviados” Keila Vall De La Ville (blog de la autora)

Para los yoguis que practican Hatha Yoga, el saludo al sol abre o cierra una práctica de yoga o bien puede ser una práctica en sí mismo. A lo largo de las posturas milenarias se recorre el ciclo de la vida. Inhalar y exhalar son acciones que marcan un ritmo. Como en la escritura. Un tempo.

1.- Saludo al sol (Inhala) 

Una diminuta figura emerge desde el dintel de la puerta. Ella ha llegado con paquetes de cositas del súper y trae además algunos encargos. Su cara de satisfacción por volver al terruño no disimula la congoja que le produce la situación del país. Cajas de té y otras delicias se asoman ordenadas sobre una mesa. Ofrece una agüita para el alma. Es la mañana esplendente de un sábado. El año pasado, 2016, está cerca de terminar y el sol revienta contra el ventanal que corona la terraza de su apartamento. Su mirada se rinde ante la montaña, nuestro Ávila, muro vegetal, tantas veces explorado, que parece abrazar su alegría. Ella la respira, la siente y la celebra. Aunque entre sus fugas cotidianas ya no se cuente el verde para esconderla.

Vino a su ciudad natal, Caracas, a presentar un doblete de su obra tan versátil como ella. Antropóloga de origen – Universidad Central de Venezuela, con una tesis sobre el significado del paisaje.

“Me interesa el significado espiritual, emocional y cultural del paisaje. Me especialicé en estudio del paisaje. Cómo nos movemos, cómo lo categorizamos”.

El paisaje, la montaña, de esta su primera novela: Los días animales, editada por Oscar Todtmann Editores, presentada en Caracas por Violeta Rojo. La pared vertical. Un relato de largo aliento que nació de un cuento, “Las Alas de Rafael”, que obtuvo mención en el concurso de cuentos de la Policlínica Metropolitana. “Yo sabía que había más… que contar, en ese cuento que estaba orientado más hacia lo masculino”.

Una historia que se escribió por etapas. Que comenzó en Venezuela, luego continuó disruptivamente en medio de la maestría de NYU. No tenía aún el final. Deja el foco de lo masculino. Los días animales son los de Julia, protagonista de la historia: mujer rota que escala con fervor y deseo, como pulsión para sostenerse. Y como ritual de olvido de sí, despojarse del peso de lo familiar, lo afectivo tóxico. Llegar a reconstruirse a lo largo del viaje, sin estar consciente de cuándo se está rehaciendo, dice Vall De La Ville. Lo femenino elusivo en la sociedad. Lo femenino como construcción de un sujeto y del self, eso le interesa. Y el paisaje como significado. El paisaje como pregunta de la cultura.

Mientras el paisaje se afianzaba en su curiosidad, la escritora cultivaba la escalada con furor, desde la Guairita hasta Katmandú. “Me propuse hacer las dos cosas con la misma intensidad, sin darme cuenta de que había una sincronía entre ambas: el estudio del paisaje y mi práctica –devoción– por la escalada”.

Vivió una experiencia de campo, con la etnia Arawaco-Guariquenas, en el Amazonas;  hizo un recorrido a lo largo de uno de los caños. “Ellos me llevaron de viaje. Tuvieron la amabilidad de hacerlo. Según su mito-historia recopila sus significados más profundos, puesto que hay petroglifos que fueron creados al principio del mundo, ríos que nacieron con el comienzo, fui haciendo un mapa de esos sitios sagrados, porque ese caño es tan pequeño, que no estaba ni mapeado y al mismo tiempo fui reconstruyendo ese significado espiritual del paisaje a partir de las teorías filosóficas y antropológicas”.

2.- Pranasanama (Inhala) 

Dos pulsiones que se evidencian de una manera potente en la novela, la primera de la autora: una historia donde la pared vertical es el predicado de base para contar la transformación de una mujer. El cuerpo, como memoria e identidad, espacio-texto donde ocurre la vida. Es otra de sus preocupaciones y uno de los grandes personajes de este viaje iniciático de Julia. El cuerpo logra contarle al actor en acción dramática, todo el proceso donde ocurre la escalada que no es más que la conquista del personaje por sí mismo, en una suerte de partogénesis. Una experiencia umbral para llegar a ser la mejor versión de sí misma.

En la contratapa de la novela se lee:

“Esta es la historia de una mujer que busca sus propios límites y que parece encontrar la plenitud en el dolor y el infortunio, pero que acaba encontrando, al final del desarraigo, una paz interior tal vez sólida o tal vez muy frágil: hay cosas que las novelas no nos dicen. Keila Vall cuenta un itinerario a través de medio mundo que es una aventura y una crónica de viajes y una metáfora del descubrimiento: el de las cosas fundamentales que han estado siempre dentro de nosotros pero que hemos debido ir muy lejos para encontrar, reconocer y aceptar”.

Antonio Muñoz Molina (Jerusalem Prize 2013, Premio Príncipe de Asturias 2013)

―Vall De La Ville, un nombre que suena a heroína romántica, de pronto alguna de las irreverentes de Jane Austin– le digo y ríe, ríe fresca y entera. Sus tatuajes ríen con ella. Su piel se estira dentro de la musculatura tramada a fuerza de escaladas. “Fui escaladora muchos años, conozco el deporte, hice muchos viajes y muchos amigos”. Me explica así su relación con la escalada. Ese ascenso al que también está adosado, Julia –Pájaro– el personaje de su novela Los días animales, que será presentada en Nueva York el 21 de abril, Día del Idioma.

―Me interesa saber cómo te sientes en el tránsito de tu lengua materna, el español, expresado a través del habla de lo venezolano y lo caraqueño en la ficción, y la vivencia de estar ubicada, como hablante y escritora, en un país de lengua inglesa. ¿Eso te retroalimenta o te genera conflicto, por ejemplo a nivel de tratamiento del habla, como el que acabas de hacer en Los días animales: español, venezolano, caraqueño y slang?

“A mí me gusta escribir en español. Creo que tiene que ver con que lo domino más que el inglés a la hora de escribir y el español es mucho más rico. Tengo un mejor manejo del lenguaje en español y por ello tengo un manejo más plástico del idioma. Un idioma que se presta para ese juego. La novela Los días animales siempre se planteó en español. Para mí es muy importante usar los modismos que uso, para mí era muy importante que se sintieran esas particularidades culturales y que se sintiera lo local como punto de partida para poder contar algo que pudiera interesarle a cualquiera en cualquier país del mundo.

3.- Uttanasana (Exhala) 

“Un texto se puede convertir, hacerse apto para personas de cualquier nacionalidad, si lo que cuenta intenta ser universal. Al final uno trata de escribir temas que importen al otro. Lo local le da veracidad al texto, lo hace más emocional, más verosímil. Incluso para alguien que no comprenda ciertos guiños o elementos muy puntuales, logra captar un estado de ánimo, un ambiente y eso lo da el lenguaje. Por otro lado, cuando me vine a Nueva York, estudié una maestría en literatura hispanoamericana que era en español. Y cuando estudié en Columbia University la mayoría de los textos que trabajábamos también eran en español. Para poder hacer mi tesis tomé otros cursos académicos en inglés, que me enseñaron otra manera de pensar y trabajar el idioma. Descubro entonces la organización intelectual, el  cómo se dispone la información para que la consuma el lector. Y eso está ahí como acervo y como posibilidad.

En cuanto a la ficción: si lees a Sam Sheppard, o a Raymond Carver, que son dos autores que tanto me gustan, ellos trabajan con frases cortas. Me interesaba apoderarme de ese ritmo. Es un ritmo muy poderoso, como si pudieras darle pequeñas cápsulas de información al lector, que deben estar bien escritas, deben tener belleza, pero deben ser contundentes. Yo quisiera escribir así: textos emocionalmente comprometidos, al mismo tiempo pulidos y limpios sin trampa, sin artilugios ni nada. Esa influencia es sajona”.

4.- Padda hastasana (Inhala) 

―Y primero fue el cuento, la poesía siempre, ahora el largo aliento… ¿En cual se está más a gusto?

“No me imagino sin escribir poesía. Escribir la novela me gustó mucho. En una nueva etapa me veo escribiendo las dos cosas a la vez. Escribiendo un poema resuelvo un personaje…

Me interesa explorar la hibridez entre los géneros. Bien porque leo una noticia. Se me ocurren caminando por la calle. Se me ocurren en inglés. No me imagino escribiendo un capítulo entero de una novela en inglés. Pero sí escribiría una frase… Son destellos, creo que mi próximo texto va a ser bilingüe. Cosas que leo y nos dicen quiénes somos. Son mínimos.  Cuando estás en una ciudad te encuentras hablando sola en inglés. Ya veré cómo lo resuelvo. Parecer tener ciertas dosis de verdad. Quizá filosóficos y poéticos”.

Parafraseando a María Zambrano, Vall De La Ville camina en el espacio. Al encuentro del texto en sus resonancias híbridas, a la tela del paisaje vivido desde el cuerpo. La fuga.


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