En 2015 Cristina Gutiérrez Leal ganó la 20 edición de la Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre con Estatua de sal, un poemario que creyó que nunca se publicaría. Finalmente sale a la luz con Dcir Ediciones junto con otros poemas de la autora, que este año obtuvo el primer lugar del II Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas.

“Estuvo a punto de abortarse por los problemas para la publicación que todos conocemos”, afirma la escritora que nació en Coro en 1988.

—¿Qué representa el hogar en este poemario?

—Es el tema central que propongo desde mi lengua materna, la lengua de la religión evangélica. No creo que el poemario esté en contra de la religión, sino más bien habla desde ella.

Hay varias referencias religiosas, pero siempre ligadas al dolor, al sacrificio, a la muerte: los clavos de Cristo, la sangre…

Cuando escribí el libro estaba pasando por un proceso de deconstrucción de la religión, no solo de la de mi familia, sino de la religión como institución opresora, por decirlo de alguna forma. Quería escribir ensayos, pero pensé que era mejor un proyecto poético. Surgieron versos que utilizan referencias bíblicas relacionadas con mi experiencia con la Biblia, que siempre tuvo que ver con el sacrificio, la obediencia irrestricta, pero también con la redención y la paz. Ahora los leo con distancia, me parecen muy dramáticos.

—En el trabajo que ganó el Concurso Rafael Cadenas habla de la nostalgia profunda. En Estatua de sal se nota la necesidad de huir.

Son momentos muy distintos. Cuando escribí Estatua de sal huía de mi casa. Lo escribí en Mérida, donde hacía la maestría. El trabajo del Concurso Rafael Cadenas tiene un tono menos rabioso, mucho menos resentido. Es una reflexión profunda sobre la distancia y el olvido.

—¿Cómo acabaron la rabia y el resentimiento?

—Creo que uno recibe una herencia, la acepta y la transforma. Entonces comprendí esa herencia materna y la convertí en otra cosa. De hecho, cuando mi mamá lo leyó dijo que había escrito una cosa muy linda a partir de la arrechera que tenía.

—¿Y el resto de su familia qué ha opinado?

—Son quienes mejor han podido comprender el texto. Mi mamá incluso me citó la Biblia, la parte que dice que debe sacarse lo hermoso de lo vil. Entonces, de esa forma, volví a la relación con Dios y la Iglesia, pero de una manera más pacífica.

—Es gracioso el poema sobre su nombre, Cristina. Afirma que se debe a que así se llamaba una amiga de su madre que estaba desahuciada, pero que aludía también a Cristo.

Lo escribí con mucha rabia, pero también me ha generado mucha alegría porque gusta mucho. Cuando pensaba en mi identidad, siempre decía que desde mi nombre estaba jodida. Mi mamá me contó que no sabía qué nombre colocarme, pero tenía una amiga llamada Martha Cristina que se estaba muriendo de cáncer y ella le recomendó que me llamara igual. A mi madre le parecía muy feo Martha, y en su honor, eligió el segundo. Siempre, cuando le reclamaba eso, ella contestaba que también era el nombre de Cristo. Pero igual pensé que me había jodido por todos lados. Al final, también con mi poesía hago una autoparodia, escribí un poemario en el que me hago mucho bullying.

—¿Qué busca originalmente con la poesía?

—Con mi poesía busco poner orden a la pea. Muchas veces uno está en el trabajo de elaboración, como dirían los psicoanalistas, que siempre pasa por un ejercicio de lenguaje. Todas las palabras que están en el poemario son una “elaboración” de un proceso emocional a través del lenguaje.

Entre doctorado y poesía

Cristina Gutiérrez Leal actualmente vive en Brasil, donde realiza el doctorado en Literatura Comparada en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Antes hizo una maestría en Literatura Iberoamericana en la Universidad de los Andes. “Trabajo en un poemario, pero va muy lento porque estoy metida en mi tesis doctoral sobre fotografía y literatura”, asegura la autora, licenciada en Educación mención Lengua, Literatura y Latín en la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!