El escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón forma parte de la «diáspora» de los muchos autores que se han visto forzados a huir de su país y de una situación de la que, aunque ha dañado la industria, la literatura se ha podido beneficiar «un poco perversamente», ya que está dando «muy buenas páginas».

Blanco Calderón (Caracas, 1981) acaba de publicar su cuarto libro de cuentos, Los terneros, editado por Páginas de Espuma, un conjunto de relatos que reconoce «oscuros», protagonizados por personajes nocturnos y que transitan por escenarios de Venezuela, México o Francia, donde actualmente reside, explicó a EFE.

El escritor recuerda que desde hace tiempo pensaba irse de Venezuela, ya que se encontraba «desmotivado, como la mayoría de los venezolanos», por las perspectivas tan «asfixiantes» del país, pero fue cuando planeaba publicar su primera novela The Night, que obtuvo en 2016 el premio Rive Gauche à Paris a la mejor novela extranjera en Francia, cuando tomó la decisión.

«La distancia te permite tomar una mayor conciencia a nivel político del horror que se vive en Venezuela», señaló.

Porque, dice, viviendo allí «te vas acostumbrando poco a poco a esas formas de vida tan limitativas y solo cuando sales del país te das cuenta de lo que te han quitado».

Explica que al escribir no ha sido consciente de reflejar en los relatos ambientados en Venezuela una mayor violencia que la que se ve en los cuentos que transcurren en otros escenarios: «pero los personajes reflejan cosas que me sucedieron a mí o a amigos, cosas que son allí comunes y que están en el ambiente».

Los escritores venezolanos se han dispersado, explica Rodrigo Blanco, dentro de la diáspora de la población en general y el mercado de la literatura ha sufrido un grave daño.

Dentro de esa crisis están surgiendo editoriales independientes que trabajan sin ningún tipo de apoyo, asegura el escritor, y cree que esto supone un «efecto de resistencia importante».

«La literatura venezolana contemporánea tiene un registro de lo que están siendo estos años y, junto a propuestas panfletarias, hay logros muy importantes. Los escritores se ven profundamente conectados con lo que está pasando y nacen muy buenas páginas», sostiene.

La literatura se ha beneficiado así, «un poco perversamente», de la situación que atraviesa Venezuela y la diáspora ha permitido también a autores como él publicar en editoriales europeas.

Además de la «oscuridad literal» que ve en su país, el autor de Los terneros tiene cierto sentimiento «apocalíptico» respecto a la actualidad porque cree que se vive una época «que se está desmoronando».

Por eso los relatos que incluye en este volumen están protagonizados por personajes que de alguna forma deben hacer algún tipo de sacrificio, dice Blanco Calderón, un escritor fascinado por aquellos que parten de una experiencia de fracaso o se sienten desorientados.

El escritor ambienta sus relatos en sitios que conoce porque, explica, cuando viaja es como un productor cinematográfico que va buscando escenarios para situar sus historias.

Y también incluye muchas referencias literarias porque le gustan «los libros que hablan de otros libros».

A diferencia de otros autores con «vidas interesantes» a los que les interesa la autoficción, el escritor venezolano no considera particularmente interesante su vida: «pero si tuviera que narrar una historia personal, la más importante para mí es la literatura», recalca.


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