La Academia Sueca anunció este viernes un proceso de reformas en su funcionamiento y reveló que entregará a las autoridades una auditoría sobre el escándalo de filtraciones y supuestos abusos sexuales que ha creado una crisis en la institución que otorga el Nobel de Literatura con la salida de cinco miembros.

El resultado de la auditoría, encargada en noviembre al acusar 18 mujeres de forma anónima a una persona muy vinculada a la academia, debía haberse publicado la semana pasada, pero desacuerdos internos provocaron renuncias, acusaciones y las salidas de la secretaria, Sara Danius, y Katarina Frostenson, en el centro de la polémica.

«Comportamientos inaceptables en forma de intimidad no deseada se han producido, algo que no era conocido por todos, como tampoco que haya podido haber ataques sexuales punibles», señaló la institución en un comunicado cuya difusión ha sido aplazada cuatro días.

La auditoría, como ya habían adelantado medios suecos, confirma que la academia recibió en 1996 una carta sobre supuestos abusos en Forum, el club literario liderado por el dramaturgo Jean-Claude Arnault, esposo de Frostenson, y financiado por la institución, que pidió disculpas por no haber reaccionado entonces.

El informe descarta que Arnault haya influido en decisiones sobre premios y ayudas, aunque el apoyo económico recibido por Forum viola las reglas de imparcialidad al ser su esposa copropietaria de la sociedad que lo controla, lo que la Academia asegura que desconocía.

Las reglas de confidencialidad del ganador del Nobel fueron violadas también en varias ocasiones, apunta el informe.

Para solucionar la «grave» crisis surgida tras un «profundo» desacuerdo, la Academia anunció cambios en su organización, reglas y forma de trabajo, con el objetivo de «restablecer» la confianza y crear una mayor apertura.

Ahí se enmarca la reforma de los estatutos propuesta por el rey Carlos XVI Gustavo, protector de la academia, para permitir la renuncia real de sus miembros, por deseo propio o tras dos años sin participar activamente, y la posibilidad de que sean reemplazados.

Las salidas de cinco académicos en las últimas dos semanas, a las que hay sumar las de otros dos con anterioridad, colocan a la academia en una situación comprometida: solo once de sus dieciocho asientos están ocupados, uno menos de los necesarios para elegir nuevos miembros y tomar decisiones, como las relativas al Nobel.

Las renuncias son simbólicas y solo se traducen en no participar en votaciones y actividades, ya que la pertenencia a la institución es de por vida y solo se eligen nuevos miembros cuando muere alguno.

La reputación del premio ha resultado «muy dañada» por la crisis, admite la Academia, que subraya no obstante que el comité del Nobel de Literatura ha realizado su tarea de forma normal estas semanas, que se corresponden con la preparación de una lista de alrededor de veinte aspirantes al galardón a partir de las propuestas recibidas.

La situación ha provocado críticas generalizadas en la sociedad sueca, que aumentaron tras la salida de Danius y Frostenson, vinculada por algunos a la campaña de denuncias de abusos #Metoo (Yo también).

Cientos de personas se manifestaron ayer en Estocolmo en apoyo a Danius, luciendo una blusa con lazo en el cuello, su prenda habitual, que el viernes ya había originado una campaña de apoyo en las redes sociales a la que se sumó la ministra de Cultura. 


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