El culto exacerbado a la virgen María Auxiliadora en Sabaneta, pueblo campestre ubicado a 14 kilómetros de Medellín, comenzó con un milagro. El padre Ramón Arcila salió ileso de un accidente vehícular y lo atribuyó a una intervención divina.

Entre los cientos de feligreses que profesaban su amor a la virgen estaba uno de los narcotraficantes más peligrosos y conocidos del mundo: Pablo Escobar, y con él muchos de sus hombres de confianza, reseñó Infobae.

Los delincuentes bajo el mando del «patrón» cargaban el escapulario en el cuello para ir a realizar diversos trabajos en medio de la cruenta guerra de carteles que consumió Medellín en la década de 1980.

La devoción hacia María Auxiliadora por parte de narcotraficantes y asesinos hizo que se convirtiera, coloquialmente, en «la virgen de los sicarios».

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