Venezuela ya cuenta con dos candidatos de peso para las elecciones del 22 de abril: el presidente Nicolás Maduro y el ex gobernador Henri Falcón, cifra mínima que la revolución se había impuesto a sí misma para intentar legitimar las elecciones dentro y fuera de sus fronteras. Un objetivo que está por ver si logrará, ya que tanto la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como la Asamblea Nacional ratificaron ayer con firmeza «que no existen garantías para elecciones libres en Venezuela».

Las oficinas centrales del Consejo Nacional Electoral (CNE) vivieron un día de locos, tomados sus alrededores por miles de seguidores bolivarianos y con políticos desconocidos presentando candidaturas menores, como la del general chavista retirado Francisco Visconti y el ingeniero Reinaldo Quijada. Sin confirmar, en cambio, quedó la del pastor evangélico Javier Bertucci, del que todavía se estaba a la espera de sus credenciales. El plazo finalizaba ayer a medianoche.

La postulación de Maduro estaba cantada, pero no así la del ex militar Falcón, que lleva días haciendo malabares sobre un cable político muy fino. Los dirigentes de su partido, Avanzada Progresista (AP), se contradijeron todo el día, incluso Juan José Molina, antiguo secretario general del partido, nacido de una escisión de Patria Para Todos, insistió en que «lo más conveniente para la oposición es no hacerle el juego al gobierno», además de asegurar que su antiguo líder no tiene opciones electorales.

El ex gobernador de Lara apareció de una forma casi subrepticia, acompañado por dirigentes de AP, MAS, Copei y Movimiento Ecológico y en contra de la opinión de toda la MUD. Mientras que los canales públicos retransmitían el momento con fervor, desde la oposición se recuperaban los descalificativos que empujaron la «evaluación» de Falcón para presentarse: «Traidor», «caballo de Troya» y «tonto útil», en principio.

Falcón negoció durante días con el gobierno un retraso de la fecha electoral, a la vez que insistía en la imprescindible presencia de la ONU con sus observadores. Las Naciones Unidas reconocieron ayer que están examinando la solicitud del gobierno de Maduro, que pretende situar al ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero al frente de la misión electoral. El Consejo de Seguridad o la Asamblea General deben dar su aprobación final.

Quien no tuvo ninguna duda fue Nicolás Maduro, que oficializó su candidatura presidencial en un gran acto de masas. «El 22 de abril les vamos a dar una ‘pela’ (paliza) con 10 millones de votos. Estoy preparado espiritualmente, estoy preparado anímicamente, estoy preparado moralmente, estoy preparado físicamente. A mí sí me funciona el motor y me funciona bien duro, yo sí tengo un motor», clamó el presidente.

El presidente volvió a retar a Falcón a un gran debate electoral, toda una novedad en el chavismo, pero negó la posibilidad de ofrecer más garantías electorales. «¿Qué más pueden buscar? La única garantía que no les voy a dar nunca es que ellos ganen las elecciones», ironizó, ante el fervor de sus seguidores, que llenaban la Plaza Diego Ibarra y que volvieron a juramentarse hasta ver «coronada la victoria» en las elecciones presidenciales.

«Quiero despejar el camino para dedicarme única y exclusivamente a las grandes tareas de la economía», insistió Maduro, que gobernó dos años con plenos poderes en la materia gracias al estado de excepción y a la emergencia económica decretada por el Tribunal Supremo.

Maduro se atrevió incluso con una versión del popular «Despacito», una adaptación muy revolucionaria para incitar a Henry Ramos Allup, líder de la opositora MUD, a presentarse a las elecciones.

«Suavecito, para que entre despacito… Despacito, te lo vamos a meter todito, 10 millones de votos por el buche», teatralizó el «hijo de Chávez».

Piden la intervención de Washington

Más de 150 venezolanos que viven en Estados Unidos pidieron ayer al Congreso en Washington que promueva una «intervención humanitaria» en Venezuela que saque del poder a Nicolás Maduro y permita la formación de un gobierno de unidad nacional que convoque elecciones generales «libres y justas».

El grupo llegó a la capital procedente de distintos lugares del país y entregó cartas con sus reivindicaciones en las oficinas de los legisladores en el Capitolio. «Venezuela vive una crisis humanitaria, está muriendo gente y el gobierno de Maduro no deja entrar ayuda humanitaria. ¿Cómo hacemos entonces llegar ayuda humanitaria? La única forma es removerlos a ellos», dijo Ernesto Ackermann, de Ciudadanos Independientes Venezolano-Estadounidenses


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