Multimillonario de 23 años de edad. Competidor olímpico, bilingüe y con un alto perfil en redes sociales. Además, atractivo y soltero.

Así se puede describir a Emanuel Andrade, heredero de uno de los hombres del primer círculo del fallecido Hugo Chávez y a quien organismos de inteligencia y autoridades migratorias tienen bajo la lupa por su interés de inyectar parte de su dudosa fortuna en Colombia.

Su padre es Alejandro Andrade Cedeño, un ex militar venezolano que se enriqueció trabajando como escolta incondicional del fallecido presidente Hugo Chávez, quien luego lo nombró tesorero de Venezuela. Pero, tras la muerte del «comandante», el hombre decidió irse con su familia a Florida (Estados Unidos) para disfrutar de la riqueza que acumuló rápidamente.

Pero no tardó mucho en ser descubierto por agentes federales que lograron que, hace 4 meses, lo condenaran a 10 años de cárcel por lavado de activos y sobornos que superaron el millón de dólares.

De hecho, esta semana se inició la subasta de parte de su fortuna, compuesta por propiedades inmobiliarias –incluidas 2 mansiones en Sunnyland Lane, en Wellington, y una casa en Delray Beach–, 35 relojes de lujo y 10 autos de alta gama.

Ya se vendieron en línea 14 caballos valuados en 2,4 millones de dólares. Uno de ellos, el semental Hardrock Z, se vendió por 282.000 dólares.

El heredero

La familia de Andrade fue expulsada hace unos meses de Florida y desde entonces agentes de inteligencia empezaron a recibir información de que Emanuel estaba en Bogotá intentando hacer negocios.

Incluso, se verifica si es verdad que a pesar de no tener visa de inversionista o de trabajo estaría intentando comprar caballos y entrenarlos, y hasta negociando terrenos para hacer un hipódromo en La Caro.

Una de las alertas llegó a través de personas ligadas al mundo ecuestre que señalaron que el joven y apuesto jinete está ofreciendo grandes sumas de dinero por ejemplares de primera línea. El Tiempo investigó versiones que indican que Andrade contactó a otros venezolanos que ya tienen arraigo en el país y a un abogado para que lo asesoren en varios negocios.

Y aunque el abogado negó conocerlo, testigos aseguran que en La Caro ha visitado terrenos en donde, se dice, financiaría el hipódromo. También lo ubican como invitado de exclusivos clubes capitalinos en donde hace excesivos gastos.

Incluso, el director de Coldeportes, Ernesto Lucena, le confirmó a El Tiempo que, debido a esa información, le pedirá a la Federación Ecuestre –basado en la figura de inspección, vigilancia y control– que le confirme si el hijo de quien pasó de ser escolta de Chávez a tesorero de Venezuela, y presidente de su Banco de Desarrollo, ha solicitado ingreso formal.

El temor es que si Andrade invierte dinero proveniente del lavado de activos podría viciar todo el sector.

Pero el joven «cachorro del chavismo» no es el único que está bajo el radar de las autoridades colombianas.

La ex embajadora

En efecto, este diario accedió a informes de inteligencia que alertan sobre la presencia en el país de María Alejandra Ávila, ex embajadora de Venezuela en Nicaragua.

Ella, además, es hermana del mayor (r) del Ejército Bolivariano Rubén Ávila, presidente de Petroquímica de Venezuela, empresa del Estado.

Ahora lo que se está estableciendo es la legalidad de su presencia y de las actividades que Andrade y Ávila realizan en Colombia, pues las autoridades no van a permitir que los recursos oscuros del régimen de Chávez y de Maduro terminen inyectados en el sistema financiero colombiano.

Ex diplomática en Rosales

María Alejandra Ávila fue embajadora de Venezuela en Nicaragua en 2011, y es hermana del mayor (r) del Ejército Bolivariano Rubén Ávila, actual presidente de la estatal Petroquímica de Venezuela, Pequiven S. A. Ávila es reconocida como una fuerte defensora de Maduro y, según la inteligencia colombiana, ella y su familia se han enriquecido gracias al régimen. También fue gerente de Monómeros, en Bogotá, hasta agosto de 2018. Pero al parecer quiere quedarse en el país, pues se matriculó en una universidad. Su residencia está en Rosales, norte de Bogotá, y los gastos habrían sido asumidos por la compañía venezolana para la que trabajó


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