La aparición de albergues improvisados en el espacio público, la proliferación de vendedores ambulantes vociferando en las calles con notorio acento venezolano y una alta injerencia de extranjeros en la comisión de diferentes delitos son algunos de los escenarios cotidianos que intentan ilustrar la magnitud de la crisis humanitaria por la cual está atravesando Cúcuta.

Las condiciones de hambre y precariedad en las que cientos de ciudadanos del país vecino cruzan la frontera obligan a que las calles de esta capital se conviertan en una opción de refugio. Prueba de esto fue lo que ocurrió con el desaparecido ‘Hotel Caracas’, un improvisado albergue acondicionado en un polideportivo por 616 migrantes.

Esta aglomeración de extranjeros empezó a generar situaciones problemáticas, con graves matices humanitarios, que llevaron a la Alcaldía de Cúcuta a emprender operativos de desalojo y limpieza, con intervención de la policía y migración Colombia, para recuperar la tranquilidad en espacios de esparcimiento como esta cancha. 

“El cuadro de pobreza que vimos durante ese operativo es realmente preocupante, porque es algo que se empieza a ver en varios rincones de la ciudad. Por eso le estamos solicitando al gobierno nacional que diseñe una política de atención y gire los recursos adecuados para enfrentar esta problemática”, explicó Mauricio Franco, secretario de gobierno de Cúcuta.

Según un censo realizado por la Alcaldía, unos 1.000 migrantes, entre niños, mujeres, hombres y adultos mayores, duermen en la calle, en colchones y retazos de cajas que han instalado en la Terminal de Transportes, en algunos sectores del centro de la ciudad y en barrios aledaños al puente internacional Francisco de Paula Santander, que comunica con Venezuela.


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