Hay un antes y un después de Lava Jato en Latinoamérica. La gigantesca investigación por corrupción tiene como punto de origen Brasil, pero rápidamente se extendió a otras naciones de la región, sobre todo luego de que a fines de 2016 la constructora Odebrecht reconociera ante las autoridades de Estados Unidos el pago de sobornos en los países donde operaba. Cuando se conoció la confesión, el Departamento de Justicia de EE UU calificó el caso como el soborno extranjero más grande de la historia.

Tan relevante es el caso que los fiscales y procuradores generales de 10 países latinoamericanos y de Portugal acordaron realizar indagaciones coordinadas por los actos de corrupción de las constructoras brasileñas implicadas. A raíz del escándalo, se investiga o procesa a funcionarios y ex funcionarios de diversos países, así como a aquellos que fueron parte del círculo más exclusivo del poder: los ex presidentes. Hay varios implicados en Lava Jato. Pero también hay un buen número de ex mandatarios cuestionados o investigados por otros casos. Sea por uno u otro asunto, ahora todos están asociados: ahora todos forman parte del club de ex presidentes en problemas (Exprepro).

Al ritmo de las delaciones. En Brasil, los cinco ex presidentes vivos tienen cuestionamientos por Lava Jato (además de investigaciones por otros temas). Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), quien dejó la presidencia con 87% de aceptación, es figura central de Lava Jato. El líder del Partido de los Trabajadores enfrenta cinco procesos derivados del caso por delitos como corrupción o lavado de activos. El más avanzado es uno en el que es acusado de haber recibido sobornos de la constructora OAS. En esa indagación, el procurador a cargo sostiene que Lula sería el jefe de la organización del Caso Petrobras, una consecuencia de la operación Lava Jato.

Además, en sus delaciones premiadas ante la justicia brasileña, ex ejecutivos de Odebrecht confirmaron que una planilla con el nombre ‘Amigo’ contabilizaba las coimas dirigidas a él. El ex presidente de la constructora Marcelo Odebrecht, por ejemplo, confesó que entregó a Lula poco más de 4 millones de dólares entre 2012 y 2013, y que en 2010 abrió una cuenta con 13 millones de dólares para sus gastos personales.

Lava Jato también ha puesto contra las cuerdas a su heredera Dilma Rousseff (2011-2016). El Ministerio Público de Brasil investiga a la única mujer que ejerció la presidencia en ese país por una supuesta obstrucción de la justicia al intentar favorecer a Marcelo Odebrecht, así como por nombrar ministro a Lula, poco antes de que fuese destituida. Días atrás, la constructora reveló que entregó millonarias sumas para las campañas de Rousseff de 2010 y 2014.

José Sarney (1985-1990) también fue acusado de recibir sobornos. En 2015, un ex funcionario brasileño aseguró que líderes del PMDB, el partido al que pertenece, recibieron sobornos. Entre ellos, estaba el ex mandatario. En las revelaciones de Odebrecht, Sarney aparece como beneficiario de coimas por la construcción de un ferrocarril.

Además, al igual que Rousseff, Sarney es investigado por una supuesta obstrucción de la justicia al intentar usar su influencia política para proteger a un aliado.

En cuanto a Fernando Collor de Mello (1990-1992), ya fue denunciado por la procuraduría brasileña. El político, sometido a un proceso de impeachment en 1992, es acusado de haber recibido poco más de 8 millones de dólares en efectivo y por depósitos por haber influido en contratos firmados por una subsidiaria de Petrobras. Ricardo Pessoa, quien presidió la constructora UTC, implicada en Lava Jato, dio detalles de los pagos.

Dos ex ejecutivos de Odebrecht también acusaron al ex presidente de recibir poco más de 250.000 dólares para su campaña al Senado de 2010.

La constructora además señaló que Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) recibió dinero para sus campañas presidenciales de 1994 y 1998. Aparte es investigado por supuestamente haber usado una empresa como intermediaria para entregar dinero a una ex pareja.

Investigados y condenados

En el Perú, hay tres ex presidentes vinculados a Lava Jato: Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala. Toledo (2001-2006) es el que tiene la situación más complicada. Si bien llegó a la presidencia como abanderado de la lucha contra la corrupción, actualmente es acusado de haber recibido 20 millones de dólares de Odebrecht por la licitación de la carretera Interoceánica Sur, la vía que une Perú con Brasil. Como parte de la indagación del tema, el Poder Judicial ordenó 18 meses de prisión preventiva para Toledo. Hace unos días, se le volvió a dictar la misma medida, pero por un proceso relacionado a la compra de inmuebles. No cumple ambos mandatos judiciales porque está prófugo en Estados Unidos.

Alan García, el sucesor de Toledo en la Presidencia, es investigado por la fiscalía por las coimas de Odebrecht, aunque de forma preliminar. La indagación es por los sobornos de la constructora para ganar la concesión de la Línea 1 del Metro de Lima, caso por el que ex funcionarios de su segundo gobierno (el primero fue de 1985 a 1990) están encarcelados.

Ollanta Humala (2011-2016) es otro ex mandatario en una situación complicada. En su delación, Marcelo Odebrecht reveló que su compañía entregó 3 millones de dólares para la última campaña presidencial de Humala. Justamente, la fiscalía investiga al líder del Partido Nacionalista por los aportes que recibió en las campañas electorales del 2006 y 2011.

Hay otros dos ex mandatarios peruanos que no están relacionados a Lava Jato, pero que han sido sentenciados por la justicia. Uno es Alberto Fujimori, condenado por varios delitos que cometió durante su mandato (1990-2000). Actualmente, cumple sus penas, la mayor de 25 años de cárcel. El otro es el ex presidente de facto Francisco Morales Bermúdez (1975-1980). Este último fue sentenciado, pero en Italia. A finales de enero, un tribunal italiano lo condenó a cadena perpetua por su implicación en el Plan Cóndor, aunque sigue en libertad en Perú.

Más procesos y procesados

En Argentina y El Salvador, también hay ex presidentes en problemas, aunque no por Lava Jato. Desde el retorno a la democracia en 1983, Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) es, con 22 causas penales, la ex mandataria argentina con la mayor cantidad de investigaciones, seguida por Carlos Menem (1989-1999). Los datos oficiales no le hacen justicia a Menem, quien además tiene dos condenas de 4 y 7 años de prisión, que todavía no son firmes. Fernández, en cambio, no tiene condenas, pero sus bienes están congelados y no puede salir del país sin una orden judicial. Ni siquiera puede cobrar su pensión de ex presidenta.

En El Salvador, hay dos ex presidentes cuestionados. Antonio Saca (2004-2009) ha sido acusado de dirigir una red de lavado de dinero durante su mandato que habría blanqueado al menos 246 millones de dólares. También es acusado de enriquecerse ilícitamente por casi 4 millones de dólares. Actualmente, está detenido.

A su sucesor, Mauricio Funes (2009-2014), del FMLN, el partido de la otrora guerrilla de El Salvador, se le abrió un juicio por enriquecimiento ilícito. En un examen del patrimonio de Funes y su familia nuclear, se encontró un desbalance de 728.329 dólares. A diferencia de Saca, Funes está asilado en Nicaragua.

En México y Colombia, hay ex presidentes que fueron acusados, aunque salieron bien librados. Luis Echeverría (1970-1976), el único ex mandatario de la historia moderna mexicana que enfrentó los tribunales, fue acusado de genocidio relacionado a dos acontecimientos históricos: la matanza de Tlatelolco y el ataque armado a estudiantes conocido como ‘El Halconazo’. Se libró de la última acusación, pero no de la primera. En el 2006, cuando tenía 84 años, fue detenido por Tlatelolco. Por su edad, le dieron prisión domiciliaria, pero en el 2009 un tribunal lo exoneró por falta de pruebas. Ahora, con 95 años, vive en la casa donde estuvo encerrado.

El colombiano Ernesto Samper fue denunciado por un presunto financiamiento de su campaña de 1994 por el cártel de Cali. La Cámara de Representantes de su país votó a favor de la preclusión del caso, al considerar que no había pruebas directas de que Samper, como candidato, supiera del ingreso de $5 millones del narcotráfico. Sin embargo, el caso produjo investigaciones y condenas a 25 congresistas, un contralor y un procurador general colombiano.

¿Futuros asociados?

Los ex presidentes latinoamericanos no son los únicos en problemas. Quienes están ejerciendo el poder también han pasado –o pasan– por situaciones complicadas.

Uno de ellos es el mandatario mexicano Enrique Peña Nieto. Los señalamientos se dieron a raíz de un reportaje, difundido en 2014, que indicaba que su esposa, Angélica Rivera, tenía una lujosa propiedad –llamada “la casa blanca”– en una de las zonas más exclusivas de Ciudad de México. El informe periodístico mencionaba un conflicto de intereses, pues el acuerdo por la residencia se hizo con el Grupo Higa, que había tenido contratos con el gobierno federal.

Ante las acusaciones, en febrero del 2015 Peña Nieto solicitó a la Secretaría de la Función Pública de su país investigar toda compra y venta de inmuebles relacionados con su esposa, el entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y él mismo, con el Grupo Higa. En la indagación se determinó que no hubo conflicto de intereses de los señalados y el expediente fue archivado.

Odebrecht también ha puesto en aprietos al presidente colombiano, Juan Manuel Santos. En unos días, deberá dar una versión libre ante el Consejo Nacional Electoral de su país por la presunta financiación de Odebrecht en sus campañas presidenciales.

Según se ha informado, la constructora entregó 400.000 dólares para pagar dos millones de afiches para la campaña de 2010 de Santos, la primera en la que participó. También hubo un señalamiento sobre la presunta entrega de Odebrecht  de 1 millón de dólares para su campaña de 2014.

Además de estar salpicado por el caso Odebrecht, a Nicolás Maduro lo persiguen acusaciones desde distintos frentes. Gobiernos y organizaciones civiles y regionales como la OEA han denunciado violaciones de los derechos humanos de su régimen, sobre todo durante las protestas contra su gobierno. Provea, por ejemplo, denunció decenas de casos de torturas y centenares de detenciones durante las protestas del 2014. Eso sin contar los más de 130 presos políticos en sus cuatro años de mandato. Además, el año pasado dos sobrinos del mandatario fueron declarados culpables de narcotráfico en Estados Unidos. En un audio, uno de ellos reconoció que el chavismo controla el narcotráfico en el país.


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