Amnistía Internacional difundió este martes una dura publicación en la que critica la «retórica tóxica» del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, en relación con los derechos humanos y le insta a «abandonar ese discurso hostil». La carta fue presentada en Brasilia, donde la directora de la oficina de AI para América, Érika Guevara Rosas, manifestó en una rueda de prensa la «gran preocupación» de ese organismo de derechos humanos con lo que ocurre en Brasil desde que el pasado primero de enero asumió el poder el líder de la ultraderecha.

«Es un momento en extremo delicado para el continente americano, donde muchos gobiernos, en lugar de proteger los derechos humanos de sus poblaciones, fomentan medidas y políticas muy perjudiciales para las personas», indicó Guevara Rosas. Como ejemplo, citó lo que ocurre en Venezuela y Nicaragua, países en los cuales los gobiernos «promueven la violencia contra sus opositores», y la situación de Brasil, en un contexto diferente y con una «tendencia involucionista» que se expresa «en ciertas posturas preocupantes del presidente Bolsonaro».

De acuerdo con AI, el «discurso contrario a los derechos humanos que ha marcado la trayectoria política del presidente», caracterizado por declaraciones homofóbicas, machistas, racistas y xenófobas, «está comenzando a concretarse en medidas y acciones que amenazan y violan los derechos humanos de todas las personas» en Brasil. «Esta retórica le quita legitimidad al gobierno brasileño para condenar las violaciones de derechos humanos que ocurren en otros lugares del mundo», apuntó.

La directora del capítulo brasileño de AI, Jurema Werneck, dijo que tanto el discurso como algunas de las políticas impulsadas por el gobierno brasileño constituyen una «grave amenaza» a «personas y grupos que tienen todo el derecho a vivir sin miedo». Entre las medidas que causan «preocupación», el documento cita la «flexibilización» de normas para la «tenencia y posesión de armas» por parte de la sociedad civil. En opinión de Werneck, en un país con altos índices de violencia como Brasil, en el que cerca de 60.000 personas son asesinadas cada año, «legalizar las armas es igual a intentar apagar un incendio con gasolina».

La carta divulgada por AI expresa la «alarma» de ese organismo por decisiones que establecen un «endurecimiento» del carácter punitivo de las políticas que regulan el consumo de drogas y la «regulación de la legítima defensa» de los cuerpos policiales. También critica iniciativas que ponen en riesgo los derechos de los pueblos indígenas y de las comunidades de descendientes de esclavos así como la «injerencia indebida» en el trabajo de organizaciones de la sociedad civil, que ahora son «controladas» por el gobierno.

Otro motivo de preocupación son las «medidas contrarias a los derechos a la verdad, a la justicia y a reparaciones de las víctimas de delitos de derecho internacional cometidos por el Estado» durante el último régimen militar (1964-1985), que el mandatario brasileño suele enaltecer en su discurso. «Vimos con mucha preocupación el intento del presidente Bolsonaro de celebrar el último aniversario del inicio de la dictadura», dijo Werneck sobre una iniciativa del gobernante en marzo pasado, cuando se cumplían 55 años del golpe de Estado de 1964.

El documento también lanza un mensaje de protesta por reiterados «ataques» contra la «independencia y autonomía del Sistema Interamericano de Derechos Humanos» y, en líneas generales, por una «retórica hostil» por parte de autoridades, «incluido el presidente de la República», que podría «legitimar distintas violaciones de derechos humanos».

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