LA CEV ANTE LA GRAVISIMA SITUACION  - 27 de abril de 2016

El Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, hizo un llamado a proteger el derecho del pueblo venezolano de exigir democracia y libertades y subrayó que ese derecho debe ser reconocido por todos y el Gobierno no debe ser un obstáculo.

“Todos debemos reasegurar nuestro compromiso indeclinable con la democracia en Venezuela, es imprescindible para el país el pronto retorno a la legitimidad y a la institucionalidad”, afirmó.

“Las manifestaciones pacíficas son un instrumento de paz, democracia y libertad. Por ello, en el día de mañana 19 de abril, los derechos del pueblo -sean jubilados, estudiantes, amas de casas, trabajadoras y trabajadores- deben prevalecer sobre cualquier lógica de política represiva”, dijo.

“Las recientes acciones del régimen de repartir armas a civiles e instarlos a la confrontación constituyen una acción represiva homicida que incita a la violencia”, reafirmó.

“Todos debemos condenar este tipo de acciones y el gobierno debe revertir absolutamente ese posicionamiento que solamente incita al conflicto y a la confrontación. Pedimos se respete el derecho del pueblo a manifestar en paz”, agregó.

En efecto, más allá de que en otros países se deban enfrentar diversos problemas, sólo en Venezuela se ha deslegitimado el ejercicio del gobierno y ello: 

• por la falta de respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, ya que cada día aumenta el número de presos políticos y las denuncias de tortura;
• por las violaciones sistemáticas al ejercicio del poder con sujeción al estado derecho en los últimos dos años;
• por la no celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto, ni en el caso de las elecciones regionales, ni aún en el caso más importante de la legitimación de la voluntad popular de recurrir a un referendo revocatorio en 2016;
• porque el régimen plural de partidos y organizaciones políticas ya no tiene ninguna garantía desde el momento que una semana sí y otra también el régimen declara en forma totalmente arbitraria inhabilitaciones a dirigentes políticos;
• porque no se respeta la separación e independencia de los poderes políticos, ni de jure, ni de facto. Se han usurpado las competencias de la Asamblea Nacional y el Poder Judicial responde a los designios del Poder Ejecutivo;
• por la falta de transparencia de las actividades del Estado;
• porque la probidad recibe denuncias diarias de incumplimiento y ninguna de ellas se investiga, y ya ni siquiera se desmienten;
• porque la irresponsabilidad del Gobierno en la gestión pública ha llevado a la mayor crisis humanitaria de la historia del país; 
• porque los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa se han violado en forma reiterada

Esta Secretaría General apoya todos los esfuerzos de los países del continente por perfeccionar su democracia.

En el caso de Venezuela, apoyamos los esfuerzos que hace su sociedad -así como la comunidad internacional para- restaurar la institucionalidad quebrada. La redemocratización del país exige: 

• El cese inmediato de la represión y la violencia en la calle a los manifestantes pacíficos, y que se garantice su libertad de expresión;
• Ni un muerto, ni un herido, ni un preso, ni un torturado más. Es imprescindible la liberación de todos los presos políticos;
• Que se levanten todas las inhabilitaciones politicas que afectan el régimen plural de partidos y organizaciones políticas;
• Que se restituyan las potestades de la Asamblea Nacional y que se proceda constitucionalmente a la elección de nuevas autoridades en los poderes Judicial y Electoral que den garantías de la separación e independencia de poderes;
• Que se abra un canal humanitario que permita asistir al pueblo venezolano con alimentos y medicamentos;
• Que se llame a elecciones para que el poder -que pertenece al pueblo- vuelva al pueblo.
• Que el gobierno asegure a la gente el poder de manifestarse pacificamente, sin amenazas, sin detenciones, sin prision, sin tortura. 

No se trata en Venezuela de solucionar imperfecciones, se trata de recuperar la Democracia, ese debe ser el objetivo y en función de ese objetivo la agenda no admite demora.

 LA CEV ANTE LA GRAVISIMA SITUACION  

27 de abril de 2016

  1. Mediante un discernimiento espiritual, a la luz de la Palabra de Dios, los Obispos de Venezuela hemos orado y reflexionado acerca de la situación actual de nuestro país. Hacemos nuestras las angustias de nuestro pueblo del cual somos servidores. Nunca antes habíamos sufrido los venezolanos la extrema carencia de bienes y productos básicos para la alimentación y la salud, junto con otros males como el recrudecimiento de la delincuencia asesina e inhumana, el racionamiento inestable de la luz y el agua y la profunda corrupción en todos los niveles del Gobierno y la sociedad. La ideologización y el pragmatismo manipulador agudizan esta situación. Fruto del mencionado discernimiento son las ideas que ahora presentamos a la consideración de todos los ciudadanos de Venezuela.
  2. En más de una ocasión, Jesús el Señor, manifestó su solidaridad con las personas sufrientes y que sentían alguna necesidad. Incluso llegó a sentir compasión ante aquella multitud que le había seguido para escuchar su mensaje. Fue cuando les pidió a sus discípulos que le dieran de comer a todos. El mismo Señor manifestó su solidaridad con ellos al multiplicar los panes y dar de comer a todos hasta la saciedad. Gesto de amor y de misericordia.(cf. Mt 14,14).  Este hecho relatado por los evangelistas nos ilumina a todos nosotros miembros de la Iglesia para poder atender a quienes en nuestro país están sufriendo por las graves carencias de alimentos y medicinas, la violencia y la inseguridad. En este Año jubilar de la Misericordia, los pastores de la Iglesia en Venezuela queremos manifestar nuestra cercanía y acompañamiento a todos, y  así motivar a los creyentes discípulos de Jesús a que reafirmen con gestos concretos la solidaridad entre todos como hermanos. A pesar de lo dramático de la situación, nuestro pueblo ha vivido con gran dignidad e incluso con respuestas alternativas de solidaridad. Estas nobles actitudes constituyen signos de esperanza. ¡El pueblo nos evangeliza!. ¡Sentimos “el gusto de ser pueblo”! (Cf Francisco, La alegría del Evangelio”).
  3. Queremos alertar al pueblo!  Que no se deje manipular por quienes le ofrezcan un cambio de situación por medio de la violencia social.  Pero tampoco por quienes le exhortan a la resignación ni por quienes le obligan con amenazas al silencio. ¡No nos dejemos vencer por las tentaciones!  No caigamos  en el miedo paralizante  y la desesperanza, como si nuestro presente no tuviera futuro. La violencia, la resignación y la desesperanza son graves peligros para la democracia. Nunca debemos ser ciudadanos pasivos y conformistas, sino sujetos conscientes de nuestra propia y calamitosa realidad; sujetos pacíficos, pero activos y, en consecuencia, actuar como protagonistas de las transformaciones de nuestra  historia y nuestra cultura.  ¡El Evangelio nos reclama eficacia!
  4. Hacemos un llamado a todos los poderes públicos, en los diversos ámbitos de sus respectivas competencias, a que escuchen  con respeto la voz del pueblo, las diversas expresiones de sus múltiples necesidades y sus justos reclamos.
  5. También queremos hacer un llamado de atención a todos los que se aprovechan de la situación de escasez y carestía por la que atravesamos los venezolanos: a los que se dedican a especular con los precios, asaltando a los ciudadanos con la práctica del llamado “bachaqueo”,  como a quienes, abusando de su autoridad, exigen pagos que no les corresponden. Tal proceder es moralmente inaceptable y hace evidente la falta de valores éticos en sus vidas. Aprovecharse de la necesidad ajena para lucrarse es un crimen y un pecado mortal a los ojos de Dios, del cual tendrán que dar cuenta en algún momento.
  6. Tanto los líderes del oficialismo como los de la oposición deben expresar su seria preocupación por todo el pueblo, sin dejarse llevar por intereses partidistas y particulares.  Es hora de demostrar que se está en una actitud de defensa del bien común y de los verdaderos intereses de cada uno de los ciudadanos de Venezuela.
  7. El momento actual conlleva algunas exigencias que hemos de asumir todos a favor del bien común. Los dirigentes políticos, sociales, empresariales, gremiales y religiosos  estamos llamados a dar testimonio tangible de responsabilidad y de  compromiso de amor a nuestra patria.
  8. El Gobierno debe favorecer todas las formas de ayuda a los ciudadanos. Es apremiante la autorización  a instituciones privadas del país, como Cáritas y otros programas de diferentes confesiones religiosas, que no nos metemos en la diatriba política, sino que servimos directamente a los más necesitados, para que podamos traer alimentos, medicinas y otros insumos necesarios, provenientes de ayudas nacionales e internacionales, y organizar redes de distribución a fin de satisfacer las urgentes necesidades de la gente.
  9. Es indispensable y justo preservar la sana convivencia. Las autoridades han de contribuir, con su discurso y sus acciones, a crear un clima de tranquilidad y paz social. Condenemos, como nos enseña Dios en el quinto mandamiento (Ex 20,13) toda forma de violencia, reñida siempre con el respeto a la vida.  Denunciemos y condenemos los horrorosos “linchamientos”, perpetrados en algunas ciudades, signo de la deshumanización en que han caído algunos ciudadanos. Todos los católicos tienen  la tarea de fortalecer la solidaridad entre los vecinos y en las comunidades. Este es su primer y principal apostolado. Quienes estén integrados en los Consejos Comunales, tienen un instrumento útil para este propósito. Escuchemos al Papa Francisco: “vivan los conflictos en modo evangélico, volviéndolos ocasión de crecimiento y reconciliación”.
  10. El respeto a la institucionalidad es un compromiso y una obligación moral irrenunciable. Los Poderes Públicos deben respetarse entre sí y articularse a favor de la nación. Lo contrario, el irrespeto y la permanente confrontación entre ellos, va en detrimento de la posibilidad real  de solucionar los problemas que nos afectan a todos. Concretamente, el Poder Ejecutivo y la Asamblea Nacional, a más de respetarse y actuar según su respectiva autonomía, reconociendo el papel que a cada uno le corresponde, están llamados a dar al pueblo ejemplo de “encuentro y diálogo” en favor de la convivencia nacional. En esta misma línea,  deben buscar, de manera conjunta, soluciones, que el pueblo reclama, a  problemas de vital importancia: la recuperación económica general del país, el desabastecimiento de alimentos y medicinas, la falta de electricidad y calidad de los servicios públicos, la violencia y la  inseguridad, la seguridad social de los adultos mayores, el problema de los llamados presos políticos. La Ley de amnistía es un clamor nacional e internacional y una contribución a la distensión social. Desconocer a la Asamblea Nacional es desconocer y pisotear la voluntad de la mayoría del pueblo.
  11. Todas las instancias de servicio de la Iglesia, diócesis, parroquias, institutos religiosos, asociaciones y grupos de apostolado, institutos educativos católicos, centros de reflexión, deben iluminar,  con la Palabra de Dios y la Doctrina Social de la Iglesia, la situación concreta de cada región. Desde esta perspectiva, es imperativo seguir ofreciendo la acción decidida de la Caritas Nacional, diocesana y parroquial y las diversas acciones de la Pastoral Social. Es necesario “primerear” la caridad. Esta ha sido la lección imperecedera de la historia de la Iglesia. Todas nuestras comunidades eclesiales deben abrir un  espacio,  de modo  que se conviertan en  “casas de encuentro y diálogo” para quienes sincera y desinteresadamente buscan construir la paz. Todo esto lo sustentamos en la Palabra de Dios, la eucaristía, la oración y la caridad evangélicas.
  12. En medio de las dificultades del presente y las sombras que oscurecen  el porvenir, estamos invitados a ver y sentir el “paso” del Señor en medio de nosotros. Descubrirlo nos ayudará a actuar como “Testigos” del Resucitado y edificar en Venezuela el Reino de Dios, de justicia, amor y paz, sabiendo que “si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles” (Salmo 126) Para ello contamos con la intercesión de María de Coromoto, quien es Madre que nos acompaña y consuela y “estrella de la evangelización”.

Con nuestra afectuosa bendición episcopal.

Caracas, 27 de Abril de 2016


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