ROMA – V.I  https://goo.gl/L6mcb4 :-  «Cuba está esperando cambios. Algunos proceden con mayor velocidad que otros, pero nosotros, los cubanos, sean las que sean nuestras ideas personales, nos damos cuenta de que el pueblo puede vivir en mejores condiciones, espirituales y materiales, y de que las cosas deben cambiar».

Esta es la esperanza que expresó monseñor Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba, uno de los obispos de la isla caribeña que fueron recibidos hoy, 4 de mayo de 2017, por la mañana en visita «ad limina» por Papa Francisco.

El religioso describió la situación de Cuba después del «deshielo» con Estados Unidos; explicó a los micrófonos de la Radio Vaticana que se han «registrado cambios económicos y sociales» (mismos que, «se quisieran más rápidos para que mejore la situación económica») y también «cambios culturales» muy rápidos, sobre todo entre los jóvenes «que tienen familiaridad con los medios de comunicación digitales y que tienen otra manera de pensar». «Ahora —indicó el obispo— hay más posibilidades de viajar al extranjero y para los turistas es más fácil ir a Cuba. Aunque sea todavía limitado, hay un mayor acceso por parte de la población a las nuevas tecnologías de comunicación, y esto produce una mutación cultural que es la condición para cualquier otro cambio, porque las personas pueden cambiar los propios criterios de juicio».

Todo ello, explicó monseñor García Ibáñez, permite que «el mundo entre a Cuba y que se conozca mejor la realidad de Cuba». Claro, por parte de la Iglesia y de la población se espera «también un cambio político», porque «una sociedad no puede permanecer paralizada». «Son las estructuras y, sobre todo, las legales las que deben cambiar», afirmó, pero también reconoció que algunas cosas han cambiado, como la limitación de los mandatos para las personas que tienen cargos públicos.

En este contexto, el religioso ve una «apertura» incluso en el ámbito de la libertad religiosa, en el sentido de que «hay una mayor comprensión sobre lo religioso y, por lo tanto, el pueblo expresa la propia fe. Como pastores —explicó a la emisora vaticana— vemos que los cubanos son un pueblo religioso, pero también constatamos que hay poca formación a la fe. Para nosotros, los obispos, es un problema difícil de afrontar. Sin embargo somos una Iglesia creativa que ha estado cerca de su pueblo y que ahora ofrece testimonio de su fe».

 En la actualidad, refirió el pastor de Santiago de Cuba, «tenemos vocaciones, pero no son suficientes»; también hay misioneros «fideidonum», tanto diocesanos como religiosos, «pero necesitamos más», sobre todo ahora que «ya no existen los obstáculos de antes» para los visados. Entonces, «cualquier misionero que vaya a Cuba y tenga ganas de trabajar, tiene mucho trabajo, porque encuentra personas receptivas, de fe, que tienen necesidad y quieren que se hable con ellas para ser formadas», subrayó.

Monseñor García Ibáñez también informó que la Iglesia cubana ha logrado recobrar algunos espacios físicos: «En ciertas diócesis se han restituido algunos inmuebles, pero es un proceso lento y se trata de casos muy circunscritos. Estamos trabajando con el Estado para que, después de 50 años en los que la población ha crecido, podamos tener los espacios para el culto que necesitamos. Mientras esperamos, tenemos casas de oración, es decir, los fieles ponen a disposición de las propias comunidades sus viviendas para reunirse. No hay iglesias parroquiales con estructuras parroquiales —concluyó—, pero, como sea, la “Iglesia vive”


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