El joven diputado Juan Miguel Matheus fue el presentador, en Valencia, de mi libro Un mandato ineludible. Diálogos con Luis Beltrán Prieto Figueroa. Confieso que su discurso me emocionó, porque oír a un muchacho que comienza en la lucha política elogiando a Prieto y al autor del libro ya es gratificante, pero cuando se le oye citando a Mariano Picón Salas y a Mario Briceño Iragorry, con fina precisión argumental, es un bálsamo ante tanta ignorancia y estulticia en la Venezuela de hoy.    En mi intervención quise hacer algunas precisiones, después de haber sido interrogado varias veces y presumo de buena fe, sobre la razón para la escogencia del presentador de este libro. Me han preguntado ¿por qué un libro escrito por mí que soy socialdemócrata y versa sobre un socialista como Prieto, viene a presentarlo alguien que no lo es? Ciertamente, mi distinguido amigo y compañero de luchas el diputado Juan Miguel Matheus tiene un pensamiento diferente al de Prieto en algunos temas esenciales de la vida, como el de la religión, por ejemplo, pues mientras nuestro entrevistado era un ateo irredento, Juan Miguel es un católico convencido y practicante. Otra cosa que seguramente extraña, a algunos, es el hecho de que un libro sobre un octogenario escrito por un sexagenario, venga a presentarlo un muchacho que puede ser hijo mío o nieto de Prieto.Las razones pueden ser muchas, pero las resumo en dos ejemplos que serán suficientemente explicativos de lo que quiero decir: yo fui muy amigo de un hombre religioso y muy conservador que era nada más y menos que el primer arzobispo de Valencia: monseñor Luis Eduardo Henríquez. En una de mis frecuentes visitas a su despacho me sorprendió entregándome dos tomos de un bello poemario de su autoría, que acababa de publicar, titulado: Rescoldos.Y me dijo: Uno es para ti y otro es para que se lo lleves a Luis Beltrán Prieto Figueroa, con quien mantengo una amistad de muchísimos años, porque Prieto puede que sea ateo pero es de una calidad humana tan grande, que cuando muera Dios no lo va a dejar llevar candela por mucho tiempo, lo va a llevar a su lado y, te advierto, que mucho antes de que algunas beatas o beatos que andan dándose golpes de pecho, pero que no le dan una limosna a un pobre así estén llenos de dinero.Cuando le llevé el libro a Prieto se alegró mucho y le envió conmigo, a manera de reciprocidad, su poemario Mural de mi ciudad, con una bella dedicatoria cuyo texto exacto no recuerdo, pero que denotaba el mismo cariño y admiración que le profesaba monseñor.El segundo ejemplo toca más directamente a Juan Miguel. Cuando le hablaba a Juan de este trabajo, le mencioné, como una curiosidad, que una de mis fuentes documentales era un excelso trabajo de un copeyano, quien fue ministro de Educación de Luis Herrera Campins, el doctor Rafael Fernández Heres, quien tiene  una tesis académica que se titula: ?Humanismo democrático y educación en el ideario de Luis Beltrán Prieto Figueroa?. Aquí tenemos, entonces, otro amigo de Prieto y admirador de su obra que está en las antípodas de su pensamiento.Juan Miguel esperó, con su paciencia franciscana, que yo terminara de elogiar a Fernández Heres y con su fina ironía y la calma chicha que siempre exhibe, me dijo: Antonio, Rafael Fernández Heres era mi tío, hermano de mi madre y tinaquillero como ella. Conozco de la admiración de mi tío por Prieto y sería un honor si puedo presentar este libro.Bueno, allí estuvo Juan presentando el libro y me confirmó en la idea que no me equivoqué al escogerlo para esa presentación, porque el hecho de que un joven educador, de su edad, admire la obra de un viejo maestro es reconfortante en este país donde se han trastocado los valores fundamentales del ser humano: los de la solidaridad intergeneracional, los de la ética en la política y la moralidad en el manejo de los dineros públicos. Gracias Juan Miguel, Prieto no envejeció en mis manos y se rejuvenece en las tuyas. Siempre te estaremos agradecidos. PS: el 13 de abril estará presentando este libro, en Caracas, mi dilecto amigo Manuel Felipe Sierra.


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