?Se me está fundiendo lo poco de cerebro que me queda?, dijo Maduro durante una jornada pública en Barquisimeto, estado Lara. Y tal como decía mi abuela Adelaida, ?a confesión de parte, relevo de pruebas?. No lo dijo Chúo Torrealba como oposicionista, fue el mismísimo Maduro quien admitió ?que le queda poco cerebro?. Con razón vamos de mal en peor, porque a un país le pueden escasear sus recursos económicos, tal como ocurre ahora, pero que a quien ejerce la conducción del país, el que debe marcar el rumbo, quien está llamado a actuar como estratega, estadista y líder de una sociedad, confiese que se le está ?chamuscando? lo poco que le queda de cerebro es realmente mortífero para una nación, porque sin cerebro, entiéndase inteligencia, capacidad de razonar, de discernir para tomar decisiones claves, no hay buen destino para ningún pueblo del mundo.Esta revelación presidencial tiene lugar en medio de la tormenta que sacude los ámbitos judiciales del país y que ha impactado a la comunidad internacional, cuando se producen las declaraciones de Franklin Nieves, uno de los fiscales que llevaron el caso de Leopoldo López hasta condenarlo injustamente a más de 13 años de prisión. Como era lógico esperar, esa confesión también le ha dado la vuelta al mundo. Aunadas a las confidencias de los ex magistrados Luis Velásquez Alvaray y Eladio Aponte Aponte, confirman que, con la desaparición del principio de separación de poderes en Venezuela, la justicia es un mamotreto que da pie para encarcelar y perseguir impunemente a cuanto opositor se le antoje a este régimen autoritario.Ante este cúmulo de abusos se han pronunciado organizaciones internacionales como la ONU, anticipándose a lo que hoy exterioriza el fiscal Nieves que se vincula al caso no solo de Leopoldo López y de Daniel Ceballos, sino también al de Antonio Ledezma con la resolución más reciente que concluye ?la ONU? en que la detención de mi esposo es absolutamente arbitraria y que debe recuperar cuanto antes su plena libertad. Ni él, ni Leopoldo, ni Daniel ni los estudiantes sometidos a este vejamen han debido pasar un segundo en la cárcel. Mientras tanto, un gobierno descerebrado anuncia que Nicolás Maduro aprobó la asignación de 480 millones de dólares para extender la vida útil de los aviones Sukhoi de la Fuerza Aérea Venezolana, cuando al menos 346 muertes violentas han tenido lugar en la Gran Caracas en lo que va de mes. No hay alimentos ni medicinas, y la compañía australiana Troy Resources anuncia hacerse cargo de la explotación de una mina de oro en el área del Esequibo, al noroeste de Guyana y cuya soberanía se disputa con Venezuela, con capacidad para producir hasta 2,8 toneladas de oro al año. Estamos mal: no hay cerebro, ni seguridad ni soberanía.


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