Esa fue la frase con la que hace 10 años el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, sentenció a muerte al proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsado por Estados Unidos.Chávez hablaba ante miles de militantes de izquierda y del movimiento antiglobalización. También estaban Diego Armando Maradona y el entonces líder cocalero boliviano Evo Morales.Se habían concentrado en un estadio en Mar del Plata, Argentina, para mostrar su rechazo a la IV Cumbre de las Américas.  La escena pasó a la historia no solo por la frase del mandatario venezolano, sino porque efectivamente a partir de esa fecha el proyecto del ALCA virtualmente desapareció en la práctica de la agenda política regional.Y las opiniones siguen estando divididas sobre si la no concreción de la propuesta resultó favorable para América LatinaEl mayor mercado del mundoLa propuesta del ALCA surgió durante la primera Cumbre de las Américas, realizada en Miami en 1994 con el objetivo de integrar todos los países del continente, con excepción de Cuba, en la que iba a ser la mayor área de libre comercio del mundo.Sin embargo, no fue sino hasta la Cumbre de las Américas de Quebec en 2001 cuando la idea entró con fuerza en el debate político regional, tras la realización de protestas masivas organizadas por los grupos antiglobalización.  «El ALCA fue una respuesta ante la mayor unificación de Europa, donde se estableció un bloque pragmático entre la Unión Europea y los países del Asociación Europea de Libre Comercio que incluía a los países que entonces no podían ser miembros de la UE», le dijo a BBC Mundo Joaquín Roy, director del Centro de Estudios de la Unión Europea de la Universidad de Miami.»Entonces, Estados Unidos firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con México y Canadá, que luego se quiso ampliar al resto de la región», agregó Roy.Acuerdos bilateralesRoy apunta que ante las dificultades para concretar el proyecto regional, Washington optó por impulsar acuerdos bilaterales con distintos países latinoamericanos.Así, tras la cumbre de Mar del Plata, Estados Unidos fue sumando a los tratados que ya tenía con México y Chile, acuerdos bilaterales de libre comercio con Perú, Colombia o Panamá.Y terminó de poner en marcha un convenio en bloque con los países de América Central (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua) y República Dominicana.  Además, Washington tejió vínculos adicionales con México, Chile y Perú, los tres países latinoamericanos que también forman parte de Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés), el mayor bloque económico del mundo.La opción de buscar acuerdos bilaterales resultó peor para los países de la región, según José Antonio Ocampo, exministro de Finanzas de Colombia y ex secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina de la ONU.»Fue peor descartar el ALCA y terminar en tratados de libre comercio más desequilibrados para los países latinoamericanos», le dijo Ocampo a BBC Mundo.Ganar sin llegar a acuerdos»América Latina no perdió nada», afirmó tajante Eduardo Sarmiento Palacio, director del Centro de Estudios Económicos de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito, al ser consultado por BBC Mundo sobre las consecuencias del fracaso del ALCA.  El experto explica que tanto el ALCA como los TLC se basan en la teoría de la ventaja comparativa, que dice que los países se deben unir para producir los bienes en el lugar más barato, la cual en su opinión ha sido invalidada por los hechos.Para Sarmiento, tanto el ALCA como los TLC «son malos».»Esos acuerdos no son convenientes para estos países porque en el comercio ganan los países más grandes, los que tienen mayor productividad», explicó.»En Europa gana Alemania y pierden los del sur. En el ALCA ganaba EE UU y no los países de la región, por eso no prosperó».Victoria políticaMás allá de las consideraciones económicas, en el caso de varios países latinoamericanos, como por ejemplo Venezuela, el rechazo al ALCA tenía una fuerte carga política e ideológica.»Ganaron los que se opusieron a lo que se interpretaba como una hegemonía de EE UU. Los países que fueron señalados como líderes del ALBA, con Venezuela a la cabeza, consiguieron oponerse a un proyecto que certificaba la hegemonía estadounidense. También Brasil que nunca ha aceptado ese liderazgo de Washington», apuntó Roy.Félix Gerardo Arellano, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela, considera que el fracaso del ALCA significó una oportunidad perdida para la región.»Las negociaciones del ALCA ponían en bandeja de plata la oportunidad para que los países de América Latina hubieran coordinado unas posturas en temas complejos, en temas difíciles. La región perdió la ocasión para llevar una posición conjunta y desarrollar una capacidad de negociación colectiva», dijo a BBC Mundo.»Los países radicales asumieron que ellos habían ganado, que se había doblegado a EE UU que no se le había permitido penetrar en los mercados, pero eso resultó falso en la práctica. Washington finalmente fue el gran ganador porque terminó suscribiendo acuerdos bilaterales con gran parte de los países de la región con la excepción de Mercosur y de algunos países andinos», apuntó Arellano.El experto considera que, desde el punto de vista comercial, de inversiones, de empleo y de bienestar el fracaso del ALCA significó una pérdida tanto para EE UU como para los países de América Latina.»Se perdió la oportunidad de crear un mercado importante. En eso perdieron ambas partes porque EE UU es un mercado importante, pero también lo es América Latina. El hecho de no haber llegado a acuerdos con los países miembros de Mercosur es una debilidad para EE UU», concluye.Y aunque el proyecto no está oficialmente abandonado, una década más tarde, parece poco probable que vaya a prosperar.


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