Comenzó en 1969 el surrealismo nacional, cuando surgió la inflación, disminuyó el crecimiento económico, descendieron los salarios reales, el presidente Caldera quemó cuarenta expedientes instruidos por corrupción, no investigó escándalos de esta, que sí quiso investigar Carlos Andrés Pérez y lo amenazaron con quebrar la estabilidad democrática, lanzó a las calendas griegas todos los casos, lo cual sirvió para que prosperase durante su gobierno la susodicha, que luego durante la gestión de Luis Herrera tomó impulsos preocupantes que finalmente llevaron al viernes negro de febrero de 1983, cuando la moneda nacional sufrió las consecuencias de los desatinos administrativos acumulados, agudizándose en la gestión de Jaime Lusinchi, quien sabía lo que pasaba, me consta; decidí comunicar las ideas en los medios con entrevistas y artículos de opinión, cuyos contenidos críticos no eran del agrado de la presunta dirigencia.Al continuar el proceso social degenerativo, la situación política arrojó, 1998,al chavismo: populismo agresivo, divisionista, excluyente, propagador de terror estatal, ideológicamente arcaico y sobre todo corrupto; estimo en 400.000 millones de dólares lo robado; todo lo cual es causa, en parte, del colapso estatal al no proporcionar los servicios atinentes a sus funciones  y de la crisis de producción,  abastecimiento y seguridad; el  Estado es más bien utilizado para crear derecho imbuido de intereses políticos sectarios, particulares, creándose algo así como una constitución paralela violentando a menudo la de 1999 y permanecer en el poder.Caótica experiencia vivida, el país sucumbe, debido ciertamente en último análisis a la identidad venezolana, de donde emerge la tipología humana de la clase política, fenómeno que debería estudiar la psicología social, ya que la integran: cínicos piadosos, simulan condolerse del hambre  generalizada pero meten la mano en las arcas nacionales, obligan a pagar impuestos, diluidos luego en procesos burocráticos, terminan engrosando cuentas bancarias afuera y acogotando el tipo de cambio; aquellos que hedonísticamente comen, viven y ascienden socialmente a expensas del erario público; aquellos que blanden la Bandera tricolor, cantan el Himno Nacional incansablemente, pero no defienden el territorio nacional, entregan sus riquezas y auspician la migración de valiosos recursos humanos.Aquellos que inauguran construcciones inconclusas como muestra de obras públicas; aquellos que creen en el marxismo sin haber leído a Marx; aquellos que creen creer moldear al hombre nuevo delinquiendo desde el alto gobierno; aquellos que roen, comiscan las instituciones públicas con nepotismo y clientelismo. Los de la plétora de pleonasmos en el mamotreto constitucional. Los corruptos que crean fundaciones y se hacen redactar biografías alabanciosas, modelos de viveza equivocada.Aquellos de barrigas y mejillas hinchadas por alcoholismo financiado con recursos nacionales; aquellos que aparentan honestidad aunque mediante familiares contratan con el gobierno de turno;  aquellos que bajan los ojos cuando ven a humildes compañeros porque imaginan algo les pedirán; aquellos renegadores de las protestas públicas, las desalientan a balazos, a veces con niños armados como ?carne de cañón?.Aquellos que calan bayonetas para asustar estudiantes pero les entra culillo cuando avanza Guyana; los que ponen cara de almirante inglés siendo guarao de Tucupita; aquellos que se frotan las manos porque bajó el consumo global y aumentan muertes por falta de medicinas; aquellos que ponen cara de lobo cuando comen carne de res, cara de zorro cuando devoran muslos de  pollos, pero cara de oveja al tomar en tasas de totuma; aquellos calvos en el interior de la cabeza, por lo cual permanecen incultos, vulgares, sin educación, antecedentes de la tragedia venezolana y del impasse político actual. Los que deberían dirigir son espectadores.


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