Estas son algunas de las perlas que dejó el 2015 en América Latina, que de seguro podrían hacer la boca agua a más de uno de los expertos que asisten esta semana en el Reino Unido a la cumbre mundial de líderes contra la corrupción.Sin embargo, a pesar de que el 2015 estuvo caracterizado por el descubrimiento de inmensas tramas de corrupción, Transparencia Internacional, que publica anualmente el índice de corrupción más usado en el mundo, señala que estos hechos puedan estar marcando el principio del fin de la corrupción galopante que azota la región. En su último Indice de Percepción de la Corrupción de 2015, la organización sin fines de lucro con sede en Berlín, destaca «tendencias notables» anticorrupción en América Latina y en su comunicado de prensa incluye a Guatemala como un ejemplo de esta lucha en el mundo.»2015 envió una contundente advertencia a los corruptos», asegura Transparencia Internacional sobre América Latina. «Incluso las figuras más poderosas deben de entender que ya no pueden confiar que el dinero y sus contactos las protegerán», agrega la organización.Dos hechos sin precedentes Trasparencia Internacional destaca, en particular, dos hechos clave ocurridos en el 2015 en América Latina: por un lado, las sonadas investigaciones sobre redes de corrupción a gran escala, y por otro, la movilización masiva de ciudadanos contra la corrupción.»Lo que está sucediendo en Guatemala, Brasil y Chile es algo sin precedentes. Nunca se han visto movilizaciones de esa magnitud ni reacciones de los sistemas judiciales ni de los mecanismos de rendición de cuentas», aseguró a BBC Mundo José Ugaz Sánchez Moreno, presidente de Transparencia Internacional.Sánchez Moreno fue el abogado del estado peruano que investigó los casos de corrupción del ex presidente Alberto Fujimori y su jefe de inteligencia, Vladimiro Montesinos, en la década del 2000.»Creo que puede marcar un derrotero para el futuro de la anticorrupción en la región y para nosotros es un elemento de muchísima esperanza», agregó. Un cambio a destacar, dijo Ugaz, «es la ruptura que se está dando en los casos de gran corrupción, que son aquellos que son cometidos por personas que tienen gran poder político o económico, movilizan gran cantidad de recursos y tienen gran impacto en los derechos humanos y los derechos fundamentales».En este sentido, un ejemplo «que el mundo está mirando con atención», aseguró Ugaz, «es el modelo con el que se ha enfrentado la crisis de corrupción en Guatemala, con la Comisión International contra la Impunidad de Guatemala, que ha logrado resultados notables en un país donde la impunidad superaba 90%».Pero Ugaz dijo que tampoco hay que minimizar otro poderoso factor: el mero hartazgo de los ciudadanos de América Latina con la corrupción. «En la ciudadanía hay un hartazgo, una molestia y mucha cólera, porque se percibe, por un lado, que no se mejoran sustancialmente los temas de pobreza, de exclusión y de equidad que han afectado a la región por muchísimos años, y por otro lado, se ve a unos cuantos que se están llenando los bolsillos y que viven una vida de lujo a expensas de los demás».Y remata: «La ciudadanía, sobre todos los más pobres, que son los que pagan la factura, están tratando de poner fin a la situación».Estancados pero no parados En su último índice, Transparencia Internacional indica que si bien las puntuaciones de los países latinoamericanos no registraron mejoras significativas entre el 2014 y el 2015 e incluso ha habido algunos retrocesos ? el más marcado, el de Brasil, por el escándalo Petrobás.»Este estancamiento también puede deberse a que la corrupción es ahora más visible y es un tema prioritario de debate público».De los 168 países analizados por la organización en el 2015, solo tres países de América Latina -Uruguay, Chile y Costa Rica? obtuvieron calificaciones superiores a los 50 puntos (74, 70 y 55, respectivamente) en el índice, que  clasifica a los países en una escala de cero (percepción de muy corrupto) a 100 (percepción de ausencia de corrupción).El índice se elabora con base en una combinación de encuestas y evaluaciones sobre corrupción en el sector público efectuadas por diversas instituciones de prestigio. «A pesar de que Brasil ha sufrido un retroceso, en un futuro vamos a ver mejoras no solo en Brasil sino también en Guatemala e incluso en Honduras, a pesar de ser un país con graves problemas y ser el país más violento del mundo. Es de esperar que lo que está ocurriendo saque a América Latina del estancamiento donde se ha ubicado en la última década», dijo Ugaz.Al otro lado de la tabla se sitúan Haiti y Venezuela (entre los 10 peores, con 17 puntos). La mayoría de los otros 15 países latinoamericanos analizados se mantiene estacado entre 30 y 40 puntos.Cuatro países que son un modelo Además del caso de Guatemala, donde una investigación de la Fiscalía de Honduras y la Comisión International contra la Impunidad de Guatemala (Cicig), un organismo auspiciado por Naciones Unidas, llevó al arresto del presidente Otto Pérez Molina y su vicepresidenta Roxana Badetti, acusados de fraude aduanero, Ugaz destacó el ejemplo de tres países:Honduras: donde las multitudinarias «marchas de las antorchas» originadas por el millonario desfalco del seguro social estatal forzaron al presidente Juan Orlando Hernández a invitar a una misión anti-corrupción de la Organización de Estados Americanos (OEA) para mejorar el aparato de justicia en Honduras (Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad en Honduras, Maccih). El presidente también admitió haber recibido fondos para su campaña de las empresas vinculadas a la malversación. Brasil: la investigación de Petrobas, «donde estás viendo en manos de la justicia a las cabezas de las poderosas empresas constructoras, algo que no tiene precedentes, gracias al esfuerzo de un grupo de fiscales valientes, pendientes y profesionales».Chile: la creación del Consejo Asesor Presidencial Anti-corrupción por la presidenta Michelle Bachelet, que presentó propuestas para atajar la corrupción y los conflictos de intereses, tras los escándalos Penta, SQMY y Caval.»Todavía falta por recorrer un camino largo, porque para muchos ciudadanos latinoamericanos la corrupción se ha normalizado. Tenemos que cambiar esa percepción: la corrupción no es normal; la corrupción no está bien, la corrupción mata, enferma, impide la educación y el acceso a la vivienda», finalizó Ugaz.


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